Rusia y China hablaron por primera vez de crear un puente que uniese las dos naciones en 1988 para mejorar el transporte de mercancías, pero no fue hasta diciembre de 2016, tras 28 años de negociaciones, cuando el proyecto se puso en marcha.
La construcción mide una longitud de 1.284 metros y cada país ha construido su propia parte, aunque la mayor parte de la infraestructura se encuentra en suelo ruso. Para ser exactos, de los casi 20 kilómetros de enlace, 13 kilómetros están en Rusia y siete kilómetros están en territorio Chino.
Construir un puente tenía como objetivo mejorar, al menos en una primera etapa, el transporte de mercancías y, por supuesto, permitir una circulación más libre entre los dos países. Actualmente, ambas naciones están unidas por un ferry en verano y por un puente flotante en invierno.