La undécima edición de MasterChef ha llegado a su fin, dejando un sabor de boca agridulce entre sus seguidores. Esta temporada se caracterizó por audaces experimentos culinarios y giros inesperados, pero también por polémicas que generaron controversia.
El protagonismo de Luca, un concursante con estrategias y actitudes cuestionadas, dividió la opinión de la audiencia y creó un ambiente tenso. Además, el balance en audiencias fue más bajo que en temporadas anteriores, lo que ha generado preguntas sobre el atractivo del formato. A lo largo de la competencia, se experimentó una mezcla de emociones entre los seguidores, quienes siguieron de cerca los desafíos y las habilidades culinarias de los concursantes.
6La polémica del tiktoker eclipsa la verdadera cocina
El protagonismo absoluto del tiktoker en MasterChef, a pesar de no cumplir con el nivel mínimo de cocina esperado, ha sido evidente en esta edición. A lo largo de 22 entregas, el concursante se salvó en pruebas donde parecía ser el «amuleto» del programa, lo cual generó frustración en el público, compañeros e incluso exaspirantes de otras temporadas, como Pablo.
El deseo de atraer a la audiencia de las redes sociales, la necesidad de contar siempre con un «bufón» y la búsqueda constante de titulares han superado, más que nunca, la esencia original del formato: la cocina. Como resultado, esta edición ha dejado un sabor amargo en los amantes de MasterChef. La prioridad del espectáculo ha eclipsado la verdadera esencia del programa.