Pilar González Segura necesita votos para el 28 de mayo y los está buscando en la comunidad musulmana de la Oliva. Se trata de la alcaldesa de la Oliva, un municipio de Fuerteventura, donde ella se crio bajo el poder de su padre, Domingo González Arroyo, quien también fue alcalde de esta ciudad durante 26 años. Sin embargo, ella no llegó al poder por los votos de la población, sino mediante una moción de censura con la que fue proclamada alcaldesa en 2020. Ahora, para las elecciones de 2023 presenta su programa en árabe en una ciudad donde esta comunidad no supera los 1.200 habitantes.
Aunque Pilar González sea la candidata del Partido Popular, llegó a su puesto de edil como heredera del partido político de su padre, el Partido Progresista Majorero. En las elecciones de 2019 perdieron las elecciones del municipio y pasaron de ser la primera fuerza a la cuarta. Sin embargo, la política no se rindió y, a pesar de haber conseguido únicamente 868 votos de los casi 7.000 contabilizados, Pilar González fue nombrada alcaldesa de la Oliva tras arrebatar el puesto a Coalición Canaria, quien solo llevaba un año en el poder.
Ahora, para las próximas elecciones la alcaldesa ha asegurado a los medios que quiere obtener la mayoría absoluta, cuestión por la que quiere acercarse a la población migrante de su municipio y, más concretamente, a la musulmana. En este sentido, de los 27.000 habitantes que tiene la Oliva, el 48,3% son población migrante, siendo el tercer municipio de España con mayor porcentaje de personas extranjeras en proporción a la población, según el INE. Sin embargo, los musulmanes no destacan en número, ya que son menos del 5% de la población extranjera, siendo los los residentes europeos los principales migrantes de este pueblo, principalmente de Reino Unido y de Italia.
Aún así, teniendo en cuenta que hace cuatro años Pilar González perdió todos los votos que había conseguido su padre en 2015, la alcaldesa está en la «búsqueda inmersiva» del voto, llegando a segmentarse hacia los musulmanes desde el PP, un partido político que no tiene como norma basar sus políticas en la población migrante. Aun así, ha querido hacer promesas a esas más de 1.000 personas, cuestión a la que ya había cedido sus esfuerzos cuando a finales del año pasado acordó construir un cementerio musulmán en el municipio. Más allá de esta medida, el Ayuntamiento de la Oliva no ha aprobado ninguna otra medida destinada a a los musulmanes.
Este intento de conseguir el apoyo de la comunidad musulmán va en la misma línea de las encuestas locales. A pesar de que ella misma haya declarado que apuesta «por conseguir la mayoria absoluta», la realidad del electorado es muy diferente. Según la macroencuesta que realizó Radio Insular a finales de 2022, la victoria de La Oliva pertenecería a Coalición Canaria que pasaría de siete concejales a moverse entre ocho o nueve ediles. El partido de Pilar González conseguiría los mismos resultados que en 2019 y quedaría como cuarta fuerza, teniendo en cuenta la fusión entre su partido y el Partido Popular.
Pilar González «vuelve a casa» integrándose en el PP
La hija del ex alcalde y actual alcaldesa de la Oliva no es solo la heredera del partido de Domingo González Arroyo, sino que los pasos de padre e hija son muy similares. Él fue expulsado del Partido Popular en 2009 cuando firmó una moción de censura contra Coalición Canaria, a pesar de tener a la dirección regional del partido en contra. Fue por eso que González Arroyo formó su propio partido, el Partido Progresista Majorero, el cual se convirtió en el principal competidor de un Partido Popular que se había quedado sin una figura pública fuerte en este municipio.
Después de 24 años y con un cambio en el poder del PPM, el Partido Popular ha querido recuperar a la familia González y a finales de 2022 la alcaldesa de la Oliva decidió volver al PP e integrar a la formación de su padre en el equipo del partido nacional. A pesar de ser la hija del fundador, Pilar González había dedicado tres años de su carrera al partido azul en el Parlamento. Por eso, cuando llegaron a este acuerdo, la alcaldesa declaró que esto significaba volver «a mi casa ideológica, de la que nunca me fui”.