El Juzgado Penal 10 de Barcelona ha absuelto por tener un trastorno mental al hombre que había sido condenado por acosar y amenazar a la artista Paula Bonet.
La sentencia le aplica una eximente completa de la responsabilidad penal por sufrir una enfermedad mental llamada delirio erotonamíaco que le hacía creer que Bonet estaba enamorada de él.
Este mismo juzgado condenó a V.G. en julio de 2022 y ya tuvo en cuenta como eximente que tiene un trastorno mental –lo condenó a internamiento psiquiátrico–, pero en marzo la Audiencia de Barcelona anuló la sentencia «por falta de motivación» y ordenó rehacerla.
Tras conocerse la sentencia, la abogada de Bonet, Carla Vall, ha avisado en un tuit de que recurrirá la sentencia y considera que el trastorno mental del acusado es «inexistente».
Con la absolución por trastorno mental, la sentencia impone como medidas de seguridad 39 meses de tratamiento interno en un centro y un año en un centro abierto por los delitos de acoso, amenazas y quebrantamiento de medidas cautelares.
La jueza también fija una orden de alejamiento y comunicación del hombre con Bonet y le obliga a indemnizar a la artista con 3.000 euros por daños morales y 940 euros por la asistencia psicológica.
SE PRESENTABA EN SU TALLER
La sentencia constata que V.G., sin tener ninguna relación previa con Bonet, a partir de julio de 2019 se interesó por ella y «comenzó a imponer su presencia y buscar su proximidad» presentándose en el taller de la artista, llegando a entrar un día de manera que ella lo confundió con uno de los alumnos que había en ese momento.
La jueza da por probado que una de las veces que V.G. acudió al local, mientras Bonet impartía un taller a unas alumnas, y «golpeó reiteradamente el cristal de la puerta de entrada preguntando por ella con insistencia, levantando y bajando la persiana y pegando los labios y las manos al cristal dándole besos».
Bonet grabó la escena con el móvil y el hombre se quedó en la calle durante horas hasta que llegaron los Mossos d’Esquadra, alertados por la artista, y consiguieron que el hombre se marchara.
V.G. también intentó acercarse a Bonet acudiendo a los mismos actos y eventos que ella, como charlas y presentaciones de libros, donde «bien la interpelaba con preguntas bien la incomodaba pasando reiteradamente por su lado o mirándola fijamente».
Le envió varios mails, que ella contestó pidiéndole que la dejara en paz y avisándolo de que sino lo denunciaría, pero con la llegada del confinamiento por la pandemia de coronavirus el hombre contactó con ella por mail, Twitter e Instagram con mensajes «de contenido inconexo, inquietante y perturbador, reveladores de su obsesión por ella», explica la jueza.
Después del confinamiento volvió a acudir al taller y le dejaba «pequeños mensajes con la intención de hacerle saber que la controlaba», entre ellos un sobre con el nombre de él y el texto ‘el violador’ que también contenía una anguila de plástico cortada en trozos, el mismo animal que da nombre a un proyecto de la artista en el que trabajaba entonces.
MENSAJES AMENAZANTES
A partir de entonces, V.G. pasó a «imponer aún más su presencia» llamando al timbre y preguntando por Bonet, y se quedaba fuera del taller manipulando la persiana.
La sentencia recoge un hilo de Twitter en el que V.G. vertió amenazas de muerte y de violarla, y explica que por estos hechos Bonet tuvo que cambiar su rutina y trasladar su taller.
Mientras se instruía la causa, un juez impuso de manera cautelar una orden de alejamiento y prohibición de comunicación a V.G. de Bonet pero él no la respetó, siguió contactando con ella por Internet y se presentó en el nuevo taller de la artista y se quedó enfrente hasta la madrugada intentando asomarse al interior «agarrándose las manos entre las rejas», ante lo que Bonet llamó a la policía.
Por haberse saltado esta orden de alejamiento, el hombre también fue juzgado por un delito continuado de quebrantamiento de medida cautelar, del que ha quedado igualmente absuelto por su trastorno.