En Vox están viviendo una auténtica guerra interna de la que no saben muy bien cómo salir. Quieren cambios, y las voces contra los bandazos políticos de su portavoz, Iván Espinosa de los Monteros, crecen por segundos y más después de la chapucera moción de censura que tan poco apoyo interno ha encontrado en la formación. Fuentes de Vox aseguran que muchos están hartos de la influencia de determinadas personalidades dentro de la cúpula del partido. En este caso, y marcado por la moción de censura de la formación, desde Vox quieren apartar a Fernando Sánchez Dragó de la toma de decisiones. Aunque quien fue permeable a sus consejos de poner a Ramón Tamames como candidato en la moción fue el propio Espinosa de los Monteros.
Desde Vox insisten en que no entienden qué pasó por la cabeza de la cúpula del partido para dejarse asesorar por Sánchez Dragó. Hay voces dentro de la formación que exigen acabar con el régimen del 78 y que han visto cómo han puesto a un candidato que literalmente ayudó a redactar la Constitución de ese año. Sánchez Dragó vio con buenos ojos recuperar ese espíritu del 78 para la moción de censura y para obligar a todos los partidos a «retratarse», pero no han salido las cosas como esperaba. No al menos en cuando a cómo se lo han tomado en Vox. Estas mismas fuentes insisten en el hecho de que no es la primera vez que Sánchez Dragó se mete en la política interna del partido. Y ese ala dura liderada entonces por Javier Ortega Smith y ahora por Jorge Buxadé con el apoyo de Ignacio Garriga empieza a sumarse a la idea de que Sánchez Dragó y todos los que no sean del partido dejen de influir en la formación.
La sensación de que han hecho el ridículo es más común en Vox de lo que le gustaría a la mayoría de sus dirigentes. Culpan en gran medida a Iván Espinosa de los Monteros (incluso el periodista Federico Jiménez Losantos, muy seguido en el grupo, ha arremetido contra el portavoz). El problema es que no es la primera vez que Espinosa de los Monteros se deja guiar por terceras personas para emprender proyectos que no tienen mucho sentido para los propios militantes del partido. La sensación de que Vox está perdiendo su esencia crece por meses y Santiago Abascal y Espinosa de lo Monteros están a otra cosa.
El ideólogo de la moción de censura fue Sánchez Dragó, quien en principio no tiene nada que decir en el partido. Pero no es la primera ni la segunda vez que mete mano en las decisiones de partido. Iván Espinosa de los Monteros, quien tomó otras decisiones trascendentales e importantes como la de por ejemplo apartar a Macarena Olona es muy permeable a lo que diga Sánchez Dragó. Pero no es el único que se ha dejado influir en contra de lo que piensa la mayoría del partido. Santiago Abascal mantuvo una reunión privada con el periodista y exdirector de El País Juan Luis Cebrián y también contribuyó a montar un lío interno sin precedentes. Abascal insiste en que no quiere hablar del tema ni quiere entrar en este tipo de asuntos. Pero lo cierto es que en Vox sienten que hay una desconexión importante entre la militancia y la propia cúpula del partido.
LEY DEL SILENCIO
El presidente de Vox, Santiago Abascal, ha impuesto el silencio absoluto en la formación por un tema que le resulta «muy violento». Al final, tanto Vox como Podemos han sabido incrustarse en las altas esferas pese a que su mensaje era algo más rompedor. Santiago Abascal, sin embargo, tiene algo de lo que avergonzarse y así se lo ha hecho saber a todos los militantes de Vox que han osado a preguntar por qué tuvo una reunión privada con Juan Luis Cebrián, presidente de honor de El País. Para Abascal, este encuentro que tanto ha dado que hablar en el partido es para el presidente nada menos que algo de su «intimidad» que no «incumbe» a nadie. De hecho, todo aquel que ha tenido el valor de cuestionar la integridad de Abascal por esta reunión amistosa ha salido mal parado. También los periodistas que se atreven a preguntar se llevan una respuesta poco amistosa.