Cuando quedamos con la familia o los amigos para celebrar algo, suele haber en la mesa vino o cerveza, mínimo uno de los dos. Empezamos a beber lo que más nos guste cogemos la chispilla y tenemos una noche de locos. No obstante, conforme pasan los años, empezamos a preocuparnos menos de esa diversión momentánea y más de lo que estas bebidas le han a nuestro cuerpo. ¿Son tan malas como se dice? ¿Hasta qué punto las puedo tomar? ¿Me hacen un daño irreparable? A continuación, te daremos respuesta a estas preguntas.
1El vino y la cerveza parecen infaltables
Cuando llega el buen tiempo parece casi inevitable el hecho de que nos entren ganas de tomar vino o cerveza por ahí. Están fresquitas y riquísimas, pero si no se toman con moderación puede llegar a ser perjudiciales para la salud. Ambas son bebidas alcohólicas con una alta graduación. Generalmente el alcohol no aporta ningún beneficio para la salud, por lo que tomar lo menos posible es el mejor consejo.