Conforme ha ido acechándonos la inflación, la utilización de las monedas ha ido bajando. Puede que todavía tengamos algunas de ese día que fuimos a comprar chuches o la calderilla que nos sobró en un restaurante. Ese dinero se queda en la cartera por tiempo indefinido hasta que casualmente lo vemos o alguien nos cuenta que podríamos cambiarlo por miles de euros. Resulta que, aunque muchos no lo tengan en la cabeza, las monedas son auténticos objetos de coleccionista y muchas de ellas se han revalorizado hacia grandes sumas de dinero.
6El precio de venta de las monedas no es el mismo que el de compra
Como ocurre con casi todos los productos, una cosa es el precio de compra y otra el de venta. O sea, puede que si vas a una persona que se dedica a vender monedas te pague mucho menos de lo que la venderá después, pero así funciona el mercado. Otra cosa sería que lo vendas directamente a un coleccionista. Para encontrar esas personas que quieren adquirir este producto, no hay mejor que contactarlas por internet.