Un iceberg de 1.550 kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de la ciudad de Londres, y un espesor de 150 metros, se desprendió de la plataforma de hielo de Brunt, en la Antártida, el pasado 22 de enero.
A pesar de la espectacularidad del evento, los científicos llevaban años sabiendo que esto ocurriría y no lo relacionan directamente con el cambio climático.