En el marco del nuevo paquete de ayuda militar de Estados Unidas a Ucrania anunciada por el Departamento de Defensa norteamericano, valorada en más de 2.000 millones de dólares, destaca que incluye, por fin, la munición inteligente de largo alcance GLSDB
El nuevo lote de ayuda, anunciado por un portavoz del Pentágono general Patrick Ryder en Washington el pasado viernes, también prevé el suministro de: equipos de defensa aérea, Vehículos de Combate de Infantería (VCI) Bradley, misiles anticarros Javelin, etc
El militar detalló que el financiamiento de la nueva ayuda se realizará con los fondos presidenciales, en una cuantía de 425 millones de dólares, correspondiendo el resto al denominado de la Iniciativa de Asistencia para la Seguridad de Ucrania o Ukraine Security Assistance Initiative (USAI).
El mismo Ryder confirmó y resaltó que, parte del paquete proporcionado por los fondos de USAI, incluye la compra y la entrega de las municiones denominadas como bombas de pequeño diámetro y alta precisión lanzadas desde tierra, aunque internacionalmente es conocida como Ground-Launched Small Diameter Bomb (GLSDB), que fabrica la multinacional Boeing, cuya clave es que son capaces de alcanzar objetivos a una distancia de hasta 150 kilómetros. Estamos ante una insistente petición de Volodímir Zelenski a Washington realizado desde el pasado año, que tras comprobar desde junio del pasado año la eficacia del sistema de cohetes de artillería de alta movilidad o High Mobility Artillery Rocket System (HIMARS) M-142, para atacar objetivos de gran importancia, sitas detrás de la línea del frente, como son depósitos de municiones, cuarteles generales, o concentraciones de tropas como fue el caso de la escuela de Makíivka destruida el pasado 1 de enero, donde murieron al menos casi un centenar de militares del Kremlin.
Una eficacia desbastadora, y eso usando la munición convencional de alcance de 70 kilómetros, por lo que los militares ucranianos han demandado los proyectiles “inteligentes” de más radio de acción como son los del sistema táctico de misiles del Ejército o Army Tactical Missile System (ATACMS), con un rango de 300 kilómetros. Pero los expertos del Pentágono saben que los ucranianos de contar con este sistema estarian más que tentados de atacar múltiples objetivos dentro de la propia Rusia, por los que se sigue negando su entrega, así como los aviones de combate Lockheed Martin F-16, como resultado de un preciso cálculo de Washington, para ir desgastando a las fuerzas de Putin, sin provocar una escalada bélica no controlada. Aunque desde Estados Unidos se quiere dar un paso, apararentemente controlado, y entregar el GLSDB a Kiev, para aumentar dicho alcance a dicho rango intermedio entre los 70 actuales, y los 300 que daría el ATCAMS.
En concreto el Pentágono informa que la entrega de los GLSDS a Kiev: “Les proporcionará una mayor capacidad para realizar disparos de largo alcance, lo que les permitirá realizar operaciones para defender su país y recuperar sus territorios soberanos”, en una claro mensaje a Kiev para que se ajuste a su uso exclusivamnete para la defensa y la hipotetica reconquista de los territorios perdidos tanto en la actual guerra, iniciada hace casi un año, como los invadidos en 2014, como la península de Crimea.
El sistema GLSDB combina una bomba de aviación convencional con un buscador GPS, alas y un motor de cohete, lo que le da el alcance para atacar objetivos a más del doble de distancia que los actuales proyectiles que utilizan los HIMARS ucranianos. Así el sistema, probado por primera vez en 2015, se diseña en torno a la conocida y probado proyectil MK.81 de 250 libras, de cerca de 120 kilos, de los que unos 45 kilos de explosivos Tritonal o Comp-B, pero hablamos de una una bomba «tonta», que cae libremente siguiendo por gravedad sin poder ser controlado en ningún momento el punto de alcance. Con estos elementos, en la primera década del siglo, Boeing y la sueca Saab sobre la base de la Mk.81 desarrollaron la GLSDB acoplandola un motor modelo M26 o M30, del mismo tipo que llevan los cohetes que disparaba el HIMARS y su predecesor el MLRS M270, a la que se le añaden se añadieron alas desplegables que permitían a las bombas planear hacia sus objetivos, guiada por el citado sistema GPS. Así, el cohete propulsa la bomba a lo que debe ser una altitud considerable, desde donde empieza a caer a la vez que despliega la alas, cuyo ángulo es orientable, lo que permite guiarla a las coordenadas ya marcadas, que incluso pueden ser cambiadas una vez disparado el proyectil, lo que le da una espectacular precisión.
Esta precisión es clave, como ya explicamos, tanto para alcanzar los objetivos, como sobre todo por el efecto de disuasión que crean, obligando al enemigo a intentar situar sus depósitos de municiones, combustibles, o otros centros logísticos, fuera del alcance de los GLSDB. Aunque está estrategia es altamente perjudicial para sostener un frente, que en periodos activos “devora” la munición, y ya no hablemos de una ofensiva, a la que se suma un altísimo consumo de combustible, por lo que su mera presencia sería un obstáculo para las ofensivas que lanzará sin duda Rusia los próximos meses.