En Podemos no quieren ni oír hablar de esa premisa del código ético que les obligaba a cobrar no más de tres salarios mínimos. Ahora mismo, los dirigentes que quedan de la formación morada han tirado por la borda todos sus principios para multiplicar en algunos casos hasta por cinco sus sueldos. El mejor ejemplo de esto es Ione Belarra, secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, quien llegó a superar con creces los 110.000 euros brutos anuales pese a que el código ético decía hacía meses que eso no debían hacerlo. Ahora directamente no existe límite alguno y nadie se rige por estos estándares. Quien ahora se lleva la palma es Pablo Echenique, con un sueldo que supera los 120.000 euros anuales.
Poco más de 30 años y sueldos que no son inferiores a los 90.000 euros al año. José Manuel del Olmo, Irene Montero, Ione Belarra, Pablo Echenique… todos y cada uno de ellos han renunciado a ese principio de los tres salarios mínimos con tal de intentar sacar lo máximo posible. Ya no hay quejas en los medios ni límites de ninguna clase. Ahora en Podemos han acomodado el código ético para así evitar que les repercuta en el sueldo. En su lugar, desde la formación morada cambiaron el mensaje por otro mucho más sencillo: había que donar el 15% del salario al partido, en vez de tener que renunciar a todo el excendente. Pero para Pablo Echenique o Ione Belarra esto no es del todo un problema. Ellos cobran por encima del presidente del Gobierno.
La realidad es tan «decadente» para algunos dirigentes de Podemos que ya empiezan a mirar con entusiasmo otras formaciones como Sumar. Ni siquiera Alberto Garzón, de Izquierda Unida, se ha mantenido en un discreto segundo plano a nivel salarial. El ministro de Consumo cobra poco menos de 80.000 euros. El caso de Echenique es especialmente sangrante, con sus 126.582,68 euros, pero no es el único. Llama la atención que Ione Belarra haya bajado de los más de 110.000 euros brutos a los 80.000, como Irene Montero. Pero más duele en Podemos que dirigentes como la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Martínez (quien se hace llamar Pam), cobre nada menos que 120.000 euros brutos al año, más que la propia ministra.
En su momento se renunció a los tres salarios mínimos como corsé porque incomodaba a los altos cargos de Podemos que querían exprimir al máximo su paso por la política española. Ahora, los pocos supervivientes que quedan han convertido el tema de los salarios en un auténtico tabú del que nadie puede hablar. El problema es que las alternativas tampoco se aproximan como algo que vaya a cambiar las tornas y a devolverlas a la misma posición en la que estaban cuando Podemos se convirtió en una formación emergente. De Vallecas al chalet de Galapagar y de ahí a no poner coto a los salarios públicos.
Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno, ministra de Trabajo y líder de Sumar, no ha querido tampoco incluir estos corsés en su código ético para evitar que pase lo mismo que pasó con Podemos. Ella mantiene su sueldo de 84.000 euros brutos al año y no ha puesto encima de la mesa nada que sea similar a la idea de volver a los tres salarios mínimos (que ahora dejarían el sueldo en nada menos que más de 3.000 euros al mes). El salario ya no es un tema de ejemplo para la izquierda española y así lo han dejado claro. Y mientras tanto, en Podemos esperan conseguir el máximo número de cargos posibles para así sacar adelante su proyecto. O eso dicen.