La psicóloga clínica Núria Marco lleva más de 20 años practicando su tratamiento psicológico directamente en el inconsciente de los pacientes como vía para prevenir y tratar patologías médicas psicológicas. Desde hace algún tiempo, además, estudia el modo en que esta disciplina puede colaborar, junto con la medicina tradicional, a tratar también enfermedades físicas. Este medio ha hablado con ella, que reside en Barcelona.
¿Cómo surgió la idea de emplear sus técnicas psicológicas directamente en el inconsciente en tratamientos físicos?
Fue hace seis años atrás. Durante mucho tiempo he estado tratando en la consulta a pacientes aquejados con diferentes problemas como ansiedad, insomnio y otras patologías psicológicas. En cierta ocasión llegó a la clínica en busca de ayuda una paciente con un problema cervical de origen idiopático (desconocido) que le impedía prácticamente levantar la cabeza. Había pasado por años de tratamiento neurológico e intervenciones quirúrgicas sin obtener resultados positivos. Aunque no tenía experiencia en este tipo de enfermedades, decidí diseñar un tratamiento personalizado y complementar así el que recibía por parte de su médico especialista. A los tres meses podía levantar la cabeza y al cabo de un año ya podía conducir y recuperó la vida normal.
Y eso despertó su curiosidad…
Más que la curiosidad, despertó el interés por saber si podía encontrar evidencia científica que pudiera avalar el efecto de mi trabajo clínico en patologías médicas y, más concretamente, comprobar la influencia positiva de la mente sobre el cuerpo. Es importante decir que no se trata de una alternativa a los tratamientos médicos, sino de un complemento. En ningún caso quiero reemplazar la asistencia médica tradicional, sino ver si mediante el método científico puedo replicar esos protocolos para mejorar la situación y la calidad de vida del paciente.
¿No existía nada similar?
Había algunos estudios parecidos en Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, pero no en España. La idea es probar, con alto rigor científico, el efecto de las técnicas psicológicas aplicadas directamente en el inconsciente que se basan en estimular mecanismos del cerebro a través del aprendizaje del inconsciente. Para ello he contado con la colaboración de empresas de base tecnológica.
¿Qué balance se puede hacer de este trabajo?
El balance es muy positivo, aunque hay que decir que prácticamente todos los casos han tenido relación con enfermedades de distintas áreas como la neurología, la dermatología, la oncología o patologías psicosomáticas. El trabajo que tengo por delante es doble: por un lado, demostrar científicamente que a través del inconsciente podemos ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes; por otro, lograr que la medicina acepte la colaboración que puede ofrecerle la psicología, en este caso a través del trabajo clínico del inconsciente.
Y un trabajo de divulgación…
Así es. La difusión de los resultados y de las técnicas es importante para hacer ver a la gente que el trabajo en el inconsciente es muy potente y por eso también me enfoco en la utilización de la tecnología para poder demostrar estos cambios que experimenta el paciente.
¿Cuál es el último caso de éxito que ha abordado?
El de un escritor que padecía un cáncer de sangre y sufría los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia en forma de dolor ocular y severos trastornos digestivos que afectaban mucho su calidad de vida. Acudió a la consulta y a los tres meses habíamos logrado hacer desaparecer el dolor, mientras que a los seis meses le habían remitido las molestias intestinales.
Así pues, me gustaría que nuestra sociedad empiece a saber que el cerebro es nuestro ordenador central y si lo programamos bien puede ayudarnos a acelerar los procesos naturales de curación.