Las reacciones de condena no se hicieron esperar, tras el comentario expresado por Cuca Gamarra, la número dos del Partido Popular, en relación con el respaldo del presidente Pedro Sánchez al presidente brasileño, Luiz Inacio «Lula» Da Silva y el rechazo a la toma de los Poderes del Estado por parte de un grupo de civiles del país suramericano. Pero el que más ha llamado la atención, sin duda alguna, ha sido el de la ministra de Educación, Pilar Alegría, que parece haber olvidado toda la dialéctica feminista que les ha enseñado Irene Montero.
La ministra, en lugar de rechazar el comentario de Gamarra, hizo mención directa a Alberto Núñez Feijóo, porque según la titular de la cartera de Educación, Gamarra necesitaba ser corregida y para ella, es el líder de los populares la persona indicada para hacerlo; comentario que, a todas luces, tiene un dejo machista, poniendo la autoridad y la autonomía de la número dos del PP supeditada a lo que pueda decir o hacer el presidente de su partido.
Más de uno de los comentarios que le dejaron a Alegría en su tuit fueron justamente para recordarle la retórica feminista del Gobierno que dirige Pedro Sánchez y todos sus ministros, por lo que no les parecía apropiado que una ministra que se dice feminista y socialista mandé a un hombre a «corregir» a una mujer de su partido, solo por el simple hecho de haber expresado una opinión en relación con una declaración de Pedro Sánchez.
Además, de acuerdo con las respuestas recibidas en el comentario de Alegría, lo dicho por Cuca Gamarra tendría que ver directamente con la modificación del delito de sedición que recientemente fue aprobado por el Gobierno, para que sus socios independentistas catalanes los ayudaran a sacar adelante los presupuestos generales de la nación, aprobados a finales del año pasado por Pedro Sánchez.
La respuesta que la número dos del PP le dio al presidente Pedro Sánchez generó múltiples reacciones por parte de los diputados oficialistas, que de inmediato saltaron a responderle a Gamarra, tildando su comentario de irresponsable.
Uno de los primeros que saltó fue justamente el diputado independentista Gabriel Rufián, quien no dudó en decirle a Gamarra que se trataba de una irresponsabilidad, mientras que el diputado de Podemos Pablo Echenique también arremetió contra la número dos de los populares, y se atrevió a publicar una fotografía del expresidente brasileño, Jair Bolsonaro junto a Santiago Abascal, máximo líder de Vox, solo para recordarle al Partido Popular que en Castilla y León necesitaron una alianza entre ambos partidos para formar el gobierno.
En todo caso, el comentario de la número dos del PP estaba enfocado en las consecuencias que podría tener para España el hecho de que se haya eliminado el delito de sedición de la legislación local para complacer a los independentistas catalanes que desde el mismo momento en que se hizo oficial el «favor» que les hizo el Gobierno de Pedro Sánchez, comenzaron a sugerir que serán capaces de organizar un nuevo referendo consultivo en Cataluña, tal como lo hicieron en 2017, cuando pretendieron firmar la independencia mediante una consulta popular, esta vez, sin las consecuencias judiciales que hubo en aquel momento, gracias a la reforma legal que hizo el Ejecutivo y que previamente fue pactado con los independentistas.
Las palabras de Gamarra fueron un claro señalamiento a las implicaciones de los pactos que ha tenido Pedro Sánchez con sus socios de Gobierno, pero la ministra Pilar Alegría le ha dado un giro fuera de lugar a la polémica, exaltando el hecho de que la portavoz del Partido Popular requiere ser controlada por su líder, como si no estuviese capacitada para expresar una opinión personal, que no fue en nombre del partido.
Esto ha debido generar, como mínimo, sonrojo, en la ministra de Igualdad, Irene Montero, que no para de defender día tras día, el feminismo y el poder de la mujer, en cualquier escenario, para que sin mucho miramiento una de sus compañeras se haya atrevido a soltar semejante comentario, la diferencia es que Pilar Alegría no ha salido a suavizar lo dicho, tal como sí lo ha hecho en alguna oportunidad la también ministra Margarita Robles que un par de veces ha tenido que rectificar sobre comentarios muy subidos de tono que ha hecho, pero solo en casos de comentarios desfavorables al Gobierno, no cuando se trata de la oposición.
En todo caso, posiblemente suceda como siempre y haya más de una llamada de atención a lo interno del Ejecutivo, porque si hay algo que no le gusta a Pedro Sánchez es que haya contradicciones entre lo que predican y lo que hacen dentro de sus filas.