Un funcionario de la Guardia Civil ha sido condenado a pagar tres meses de prisión, por un tribunal de Canarias, tras haber sido procesado por mandar a uno de sus superiores a «tomar por culo», por lo que fue sentenciado por un delito de desobediencia, tras haber faltado el respeto a su superior en más de una ocasión y haber admitido ante el juzgado los hechos.
El hecho ocurrió en 2020, en una comandancia de la Guardia Civil ubicada en Las Palmas de Gran Canarias y de cuerdo con el fallo del Tribunal Territorial Militar, el uniformado habría utilizado contra un capitán varios improperios en reiteradas ocasiones, por lo que finalmente fue sancionado por lo ocurrido.
Todo comenzó cuando el funcionario condenado se negaba a cumplir con una orden de realizar unos informes ordenado por el capitán. El día de los hechos, según relata el fallo del juzgado, el superior habría recibido una llamada hecha desde el número de la comandancia, a través de la cual el cabo, sin mediar ningún tipo de palabra, comenzó a gritarle insultos y a ratificar su posición de que no realizaría los informes que le habían ordenado hacer, alegando que para eso había otro funcionario con un rango inferior que debería encargarse de la gestión.
El superior, tras recibir los gritos del cabo en medio de la llamada le solicitó que le «hablase con corrección y respeto, porque iba a tener que dar cuenta de este hecho a la superioridad, relató el jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial (UOPJ) de Gran Canarias, que fue el funcionario ofendido que formuló la denuncia.
En el fallo detallan que el funcionario condenado gritó a su superior «¿Por qué tengo que hacerlo yo – refiriéndose a los informes- cuando hay un suboficial y a mí no me corresponde? (…) ya está bien de tocarme los cojones (…) estoy hasta los huevos de que me esté puteando», dijo el funcionario de la Guardia Civil a través del teléfono al capitán, no sin antes decirle
La decisión de que era el cabo quien tenía que encargarse de realizar los informes solicitados ya había sido comunicada a través de la correspondencia oficial, y fue la recepción de la notificación lo que habría desatado la ira del uniformado y lo que lo motivó a hacerle la llamada a su superior, con la intención de expresarle que él no tenía la intención de hacer lo que se le estaba ordenando.
Algunos funcionarios de la Guardia Civil rechazaron la sentencia contra este uniformado, pues aseguran que ya existe un reglamento de sanciones disciplinarias que contempla este tipo de situaciones, por lo que consideran exagerado que el capitán haya llevado a los tribunales esta discusión que, según los uniformados, se puedo haber resuelto de manera administrativa.
Sobre todo, la molestia de los funcionarios se exaltó debido a que en la sentencia se hacía referencia a un informe médico psiquiátrico que señalaba que el funcionario que fue imputado padecía una depresión severa, previa a toda esta situación, por lo que consideran que su reacción pudo haber sido a consecuencia del padecimiento que tenía y no un simple capricho de no querer obedecer una orden de un superior.
Tras la llamada de atención del capitán, el funcionario de la Guardia Civil ya del todo alterado, se saltó todos los niveles de respeto hacia su superior, que le había dicho que hablase con corrección, haciendo referencia a las palabras que había previamente utilizado, a lo que el cabo le respondió: «¿Qué me va a corregir? Pues venga que aquí lo espero. A ver si tiene huevos. No me toque los cojones mi capitán (…) váyase a tomar por culo», y posteriormente cortó la llamada, para finalizar la discusión con un «a tomar por culo todo el mundo, que estoy hasta los cojones de todo el mundo», de acuerdo con lo que dice el fallo con el cual lo han condenado a pagar una pena de tres meses de prisión
El escrito emitido por el jugado detalla además que, tras la primara discusión telefónica, que ocurrió pasado el mediodía del día 9 de octubre de 2020, el capitán posteriormente se dirigió a la oficina en la que se encontraba el cabo con quien había tenido el incidente, para llamarle la atención personalmente, pero al llegar, se consiguió con que el uniformado persistía en su actitud desafiante y agresiva para con su superior y se reiteró en la negativa de no querer cumplir con la asignación que le habían ordenado desde la mañana.
Todos los relatos de lo ocurrido fueron contados a las autoridades por cuatro funcionarios de la Guardia Civil que presenciaron los incidentes y aportaron su testimonio en medio del proceso judicial, lo que se sumó a la admisión de los hechos del propio cabo imputado que reconoció haber soltado los insultos contra su superior, tras conocer que le habían encargado la labor de realizar unos informes.