En Moncloa lo tienen claro: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no acabará la legislatura si es que consigue ser investido de nuevo. Hace meses que el mandatario español presumía en su entorno privado de que su siguiente salto sería el de ser presidente de la Comisión Europea, pero ahora que ha conseguido convertirse en el líder de la Internacional Socialista, los comentarios jocosos en una cena o una comida entre compañeros de trabajo se han convertido en una obsesión para Sánchez. Ahora no solo lo ve posible, sino que además cree que está muy cerca de que en Europa le vean como un gran gestor capaz de sustituir a Ursula von Der Leyen. La mala noticia es que hay quien en el PSOE ve que Sánchez no está demasiado empeñado en conseguir la victoria en las próximas elecciones generales.
Las fuentes de la Moncloa aseguran con contundencia que Sánchez “da por amortizado su paso por España”. La presidencia de Gobierno no tiene ningún atractivo para el socialista y ya tiene el ojo puesto en Europa. Las consecuencias de que el líder del Ejecutivo se haya fijado como objetivo ser el próximo presidente de la Comisión Europea (aunque no se cierra a otras opciones) han sido importantes en el partido. No solo se ha dedicado a buscar mejorar su imagen más personal y política en el concierto internacional llegando a la cabeza de la Internacional Socialista “por aclamación”, sino que además ha puesto a toda la maquinaria engrasada por sus asesores a preocuparse por llevar al presidente a una agenda que le relacione con la jet set de la diplomacia. El nivel de obsesión llega a tal punto que el presidente dio la orden a los suyos en la cumbre del G-20 de Indonesia de que buscaran con decisión una foto suya con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Y si había que recortar una imagen, se hacía con tal de dar aplomo a la imagen del socialista.
El que la maquinaria de Moncloa haya recibido ahora el encargo de establecer una hoja de ruta más internacional para el presidente no es la única consecuencia de la obsesión del líder socialista. También el PSOE sufre los personalismos de Pedro Sánchez, dado que ven que no existe una preocupación real por los problemas que afronta el partido en las próximas elecciones. Fuentes de Ferraz aseguran que los niveles de preocupación son máximos respecto a las elecciones municipales y autonómicas. “Corremos un serio riesgo de perder todas las autonomías”, aseguran. “Y desde Moncloa solo están pendientes de la hoja de ruta del presidente”, insisten. Esta realidad ha golpeado las bases del Partido Socialista hasta el punto de que en el PSOE de Madrid se plantean “independizarse” en cuanto pasen las autonómicas de mayo de 2023. Pero en Moncloa siguen a lo suyo: ayudar al presidente en su nueva empresa.
Pedro Sánchez tiene tiempo, pero desde el PSOE aseguran que las encuestas después de que llegara Alberto Núñez Feijoo han cambiado todos los planes de forma radical. Ahora mismo, la sensación en Moncloa es que no será fácil revertir la situación pese a que aseguran que habrá “dinamita” antes de las generales contra el líder popular. La sensación de cambio de ciclo se ha apoderado también de las entrañas de Moncloa y Pedro Sánchez sabe que tiene una oportunidad de oro dada su posición en el concierto internacional.
La buena noticia para los socialistas es que el salto de Pedro Sánchez a la Comisión Europea no podría llegar hasta 2024, pero no hay que olvidar que no descarta otros altos cargos en Europa que tengan una relevancia parecida. Lo que tiene claro el presidente del Gobierno es que España está amortizada. Y lo que eran comentarios entre risas en ambientes distendidos se ha convertido en una estrategia que afecta también a los asesores que trufan la Moncloa.