Lubina a la sal: el truco tradicional para que quede mejor que en los restaurantes

Viéndolo con perspectiva, hay muchísimos motivos para comer un pescado como es la lubina. Primero de todo, porque se trata de un pescado blanco. Es decir, uno que resulta fácil de digerir (perfecto para las personas con estómagos sensibles) y apenas engorda. Además, es una fuente natural de minerales beneficiosos para el organismo como el fósforo o el potasio, y de vitaminas y Omega 3. Pero todo esto nos daría un poco igual si no fuese porque recetas como la lubina a la sal están realmente deliciosas.

En realidad, se trata de platos bastante conocidos, que no requieren de grandes cocineros para realizarse en casa, pero que tienen sus truquillos. Algunos que no siempre se conocen, pero permiten que el resultado sea insuperable. Incluso mejor que en los restaurantes. Sigue nuestras recomendaciones, y verás como no te arrepientes.

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Cómo cocinar lubina a la sal

Una vez llega la hora de ponerse manos a la obra con este plato pasa por echar una generosa cantidad de sal ya sea en un bol, una bandeja o algún tipo de recipiente por el estilo. Como hemos dicho en el párrafo anterior, mejor si se trata de sal gruesa, la misma que es sencilla de conseguir en cualquier supermercado cercano. Una vez hecho esto, se coge un huevo (o varios, depende de los pescados se vayan a hacer) y se separa la clara.

Se bate bien la clara del huevo, y se mezcla con la sal, para humedecerla, por así decirlo.