domingo, 24 noviembre 2024

Lubina a la sal: el truco tradicional para que quede mejor que en los restaurantes

Viéndolo con perspectiva, hay muchísimos motivos para comer un pescado como es la lubina. Primero de todo, porque se trata de un pescado blanco. Es decir, uno que resulta fácil de digerir (perfecto para las personas con estómagos sensibles) y apenas engorda. Además, es una fuente natural de minerales beneficiosos para el organismo como el fósforo o el potasio, y de vitaminas y Omega 3. Pero todo esto nos daría un poco igual si no fuese porque recetas como la lubina a la sal están realmente deliciosas.

En realidad, se trata de platos bastante conocidos, que no requieren de grandes cocineros para realizarse en casa, pero que tienen sus truquillos. Algunos que no siempre se conocen, pero permiten que el resultado sea insuperable. Incluso mejor que en los restaurantes. Sigue nuestras recomendaciones, y verás como no te arrepientes.

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La importancia de elegir una buena lubina

Puede sonar a tópico, pero es la verdad. El primer “truco” imprescindible para hacer una lubina al horno es contar con material de calidad. Esto es, con una lubina que esté realmente fresca. Una de las mejores maneras de saber si una lubina es fresca es fijándose en sus agallas. Es decir, en el lugar por el que respiran los peces. Si estas tienen un color rojo o rosa pero intenso, brillante, eso quiere decir que la lubina está en perfectas condiciones.

Este truco también sirve para otros pescados similares, como por ejemplo puede ser la dorada. Por otro lado, conviene avisar al pescadero de que la lubina se va a cocinar al horno, para que así la limpie pero dejándola entera. Esto último es de vital importancia.