El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz se han puesto de acuerdo para encarar las elecciones con una medida estrella conjunta. El fuerte avance de la derecha y el malestar que ha generado la inflación ha empujado a estos dos cabezas de lista a ponerse en marcha para aprobar un salario mínimo interprofesional que ronde los 1.050 euros al mes. La idea inicial es romper la barrera de las cuatro cifras, pero desde el Ejecutivo quieren vender antes de las elecciones municipales que el Gobierno progresista ha conseguido la mayor subida del SMI en la historia. Lo que ha sorprendido tanto en la base del PSOE como de Unidas Podemos es que Yolanda Díaz y Pedro Sánchez se hayan puesto de acuerdo sin reservas.
Son dos los titulares que quieren colar en el anuncio del nuevo salario mínimo. El primero, que se ha roto la barrera de los 1.000 euros. Y el segundo, que se ha aprobado la mayor subida de la historia. Con estos dos mensajes bien colocados antes de las elecciones, el Gobierno espera que las opciones de la derecha, cada vez más claras y galopantes, se reduzcan lo suficiente como para permitir a los progresistas tener alguna opción. Parece fácil para el Ejecutivo porque de cara a los comicios todo vale. Fuentes del Gobierno aseguran que Yolanda Díaz intentará llegar a un acuerdo con la CEOE para que haya cierto consenso, pero insisten en que la decisión de aprobar esta subida del SMI está tomada desde hace semanas. Solo queda aclarar el importe y medir las resistencias políticas que hay a esta decisión. Pero Unidas Podemos y el PSOE están de acuerdo.
La consigna es mejorar la imagen del Gobierno, ya no de los partidos
La consigna es mejorar la imagen del Gobierno, ya no de los partidos. El salario mínimo interprofesional es algo que está encima de la mesa porque Unidas Podemos así lo quiso. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, lleva meses intentando negociar este punto con los socialistas, pero solo las malas encuestas y la inflación permanente han invitado a los socialistas a escuchar (e intentar apropiarse del todo) de la medida estrella de la vicepresidenta. El plan es subirlo a una cifra que «se acerque a los 1.050 euros mensuales», pese a que saben que será sin el consentimiento de la patronal, otra de las guerras que el PSOE da por perdida.
La idea del Gobierno, por primera vez en consenso, es la de romper la barrera de los 1.000 euros al mes en cuanto arranque 2023. Quieren un mensaje potente y que refuerce la imagen de la gestión del Ejecutivo. Es cierto que hay presiones internas en el PSOE que claman porque no se plieguen a las exigencias de Unidas Podemos, pero fuentes del partido dejan claro que ahora mismo la formación vive una situación de «tensión» dadas las encuestas y dada la tendencia al alza de Alberto Núñez Feijoo que ha calmado los ánimos ante la idea de subir el salario mínimo. Con la inflación desbocada y la previsión de que no bajará de aquí a corto plazo, nadie se queja de la idea de presentar el alza. El problema viene por otro lado: la CEOE.
El Gobierno está decidido a tomar la decisión de forma unilateral, sin ponerse de acuerdo con un Antonio Garamendi que pasa por un momento complicado dadas las elecciones de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales. El PSOE tiene dos sensibilidades en su seno, según detallan fuentes del partido. Unas que apuestan directamente por tomar la vía Podemos y aprobar la subida del salario mínimo sin un pacto entre sindicatos y patronal. Y otros que sí que entienden que el PSOE no puede dejar de lado a los empresarios. En cualquier caso, la decisión de Moncloa es la de seguir adelante porque necesitan ese titular y ese golpe de efecto. La patronal no tendrá nada que decir.
Para el Gobierno, conseguir el apoyo de la mayoría de la investidura no será nada difícil porque pueden incluir las medidas necesarias en los Presupuestos Generales del Estado. ERC no será un problema, aunque hay otras formaciones que pueden complicar llevar adelante la medida. Y con el PSOE de acuerdo con la idea, no habrá problema en aprobar una medida que pondrá en pie de guerra a la CEOE.