El Gobierno impondrá los peajes en todas las autopistas y autovías en 2024. Es un compromiso con Europa que probablemente supondrá una losa para este PSOE que irá a las elecciones generales con las encuestas en contra. Sin embargo, lo curioso es que el equipo de Raquel Sánchez, ministra de Transportes y Agenda Urbana, está explorando nuevas vías para imponer los peajes. La idea inicial de poner una pegatina en el parabrisas que para que la lean las cámaras para determinar cuántos kilómetros ha recorrido al año el conductor para luego mandarle la nota con los impuestos pierde fuelle por la complejidad técnica que conlleva. Raquel Sánchez, en un alarde de originalidad, ha propuesto a nivel interno la posibilidad de, directamente, cobrar una tasa para que los coches puedan circular por las autopistas y autovías. Simple, fácil de ejecutar y, sobretodo, clara a la hora de determinar cuánto recaudará el Estado gracias la medida.
Se ha reactivado el debate de los peajes no porque el Gobierno esté interesado en hacerlo, sino porque los 70.000 euros en forma de subvenciones de los fondos covid dependen de ello. Uno de los compromisos era precisamente ese: el de imponer peajes en 2024 para hacer más sostenible la red de carreteras. El problema era que todas las ideas que se dejaban escuchar por el Ministerio de Transportes no convencían ni a Moncloa ni a los propios funcionarios. Con todo esto, y ante la complejidad técnica que suponía imponer peajes en todas las autopistas y autovías, el ministerio ha entrado en una deriva de simplificación que acabará convirtiendo los peajes en una tasa nueva para poder circular.
La idea inicial era la de emitir una nueva pegatina para colocar en el parabrisas. Una pegatina que tuviera un código que pudiera ser leído por las cámaras y que determinara así a final de año cuántos kilómetros ha recorrido por las carreteras cada coche. Los problemas que generaría esta medida eran tantos que en el Ministerio de Transportes se han visto obligados a plantear alternativas. El primero de esos problemas era el de qué pasaría si un coche no coloca la pegatina en el parabrisas (cómo se perseguiría al infractor y qué multa se impondría); el segundo es que el Estado no podría determinar los ingresos que obtendría, solo se aferraría a estimaciones; el tercero, cómo «premiar» a los coches que menos contaminan (dado que los conductores con coches más antiguos no necesariamente tienen una renta mayor) y el cuarto, el cómo lidiar con el rechazo que generaría esta medida tan impopular de cara a las elecciones.
Con todos estos problemas encima de la mesa y con la amenaza de que los más ricos, aquellos que se pueden permitir coches eléctricos con gran autonomía, fueran a salir una vez más beneficiados de la tasa del PSOE, al final Raquel Sánchez y su equipo han tenido un alarde de originalidad y han propuesto la posibilidad de simplemente cobrar un impuesto más por poder circular por las autopistas y las autovías. Ellos lo llaman «sistema de viñetas», pero en realidad es un impuesto más. La mejor parte de esta medida es que podrán recaudar una cantidad fija al año sin que haya mayores sorpresas.
Sea como sea, lo cierto es que independientemente de la forma, el Gobierno está absolutamente convencido de que tiene que llevar a cabo esta medida cuanto antes, o al menos encarrilarla, para que Europa dé el visto bueno a los millones que están por llegar. Unos millones que el Ejecutivo quiere gastar a discreción para intentar mejorar sus expectativas electorales. El PSOE está haciendo acopio de una serie de decretos terriblemente impopulares que acabarán por estallarle en la cara y los peajes es uno de los últimos que esperan anunciar. La idea, por supuesto, no es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se queme con esta medida. Ya está Raquel Sánchez y su «niño bonito» para ello.
XAVIER FLORES, CALIENTA QUE SALES
Se acerca el momento. Los peajes obligatorios en todas las autopistas y autovías serán una realidad en 2024 dado que el Gobierno se ha comprometido con Bruselas a imponerlos. El problema que tiene el PSOE es cómo dar los primeros pasos en esta dirección sin generar una respuesta social lo suficientemente hostil como para que repercuta en las expectativas electorales del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Por todo esto, el Ejecutivo tiene un plan: quemar al secretario general de Infraestructuras y “niño bonito” de la ministra, Xavier Flores, con esta medida haciéndole defender junto a Raquel Sánchez la implantación de esta medida tan impopular. En un primer momento, en el Ejecutivo quisieron ocultarlo hasta después de los comicios. Pero lo cierto es que el hecho de que los 70.000 millones de euros en subvenciones por los fondos covid dependen de que el Gobierno de Pedro Sánchez dé un paso en esa dirección. Y la cara a quemar es la de Xavier Flores.
Raquel Sánchez ha tenido poca capacidad de maniobra desde que llegó al Ministerio de Transportes porque desde Moncloa no querían alterar el equipo de José Luis Ábalos para evitar males mayores tras su salida. La llegada de Xavier Flores fue uno de los pocos fichajes que pudo llevar a cabo la ministra. Y le dejó uno de los caramelos envenenados más reseñables del Ministerio de Transportes: la Secretaría General de Infraestructuras, la misma que se encargará de gestionar la imposición de los peajes en todas y cada una de las autopistas y autovías españolas. El “niño de los ojos” de Raquel Sánchez no es del todo consciente, según fuentes del propio ministerio, de lo que se le viene encima. Pero Moncloa se ha visto en la necesidad de dar un paso en la dirección de los peajes para que esos 70.000 millones de euros lleguen a buen puerto antes de que se celebren las elecciones.