Moncloa quiere acabar con el lobby que forma el matrimonio de Teresa Ribera y Mariano Bacigalupo

El matrimonio de la vicepresidenta Teresa Ribera y Mariano Bacigalupo es un lobby interno que ya ha hartado a Moncloa y algunos que otros socialistas. La ministra de Medio Ambiente, famosa por su mal carácter y por el mal ambiente de trabajo que genera, y su marido, uno de los hombres más notables de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC), han convertido sus posiciones en el lobby más peligroso del Gobierno. Fuentes de Moncloa aseguran que Teresa Ribera están sobrepasada por el precio de la luz y la complejidad para bajar los precios de la energía, pero lo cierto es que el tándem que ha montado con Bacigalupo empieza a hartar a los socialistas y ya sopesan la posibilidad de echarla con la próxima crisis de Gobierno que se prevé para finales de agosto o principios de septiembre.

el arranque de la etapa «sanchista» ha estado marcada por el lobby Ribera-Bacigalupo

Mariano Bacigalupo lleva como consejero en la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia desde 2017. Teresa Ribera entró al ministerio de Transición Ecológica en 2018, aunque ya tenía mano con la política dado que fue secretaria de Estado de Cambio Climático desde 2008 hasta 2011. Como introducción, deja claro que el arranque de la etapa «sanchista» ha estado marcada por el lobby Ribera-Bacigalupo, que ahora con los elevados precios de la energía ha multiplicado por tres sus acciones e intervenciones, pero solo para velar por los intereses de la pareja. Una anécdota que da color a este relato es el hecho de que Bacigalupo utilizara su puesto para quejarse de cómo los medios trataban el alza de los precios de la luz, dado que no entendía que se hiciera a diario. Por supuesto, que estuvieran defenestrando a diario la «incompetencia» de Teresa Ribera tenía algo que ver, pero esto es solo un detalle de color.

La crisis de Gobierno que se avecina y se prevé para finales de verano tiene varios nombres que son «seguros», según fuentes de La Moncloa. El primero de ellos es el del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. El segundo, el de la ministra de Justicia, Pilar Llop y el tercero el de la titular de Defensa, Margarita Robles. Pero a este trío se ha sumado Teresa Ribera, la «ministra de mal ambiente» y la socialista más incómoda y desgastada del elenco del Consejo. Tanto es así, que incluso le han quitado su cuenta de Twitter por sus reconocidas salidas de tono. Pero lo cierto es que sobre ella planea la sombra del cese y ya hay quien la da por «muerta políticamente». Y la causa no es exclusivamente el hecho de que genere mal ambiente de trabajo o que se haya puesto a quemar carbón para bajar el precio de la luz, sino que el lobby que ha montado con su marido ya incomoda, y mucho, a Moncloa.

TERESA RIBERA, A QUEMAR CARBÓN

Bacigalupo, en coordinación con Ribera, ha defendido los intereses de la vicepresidenta con maniobras que han gustado muy poco en el Gobierno. Es cierto que ha hecho aparentemente servicios al Ejecutivo, como cuando intentó frenar el informe energético de la UE que complicaría la vida al presidente. La idea era que la Cumbre Europea desoyera el documento y el encargado para frenarlo fue Bacigalupo, sin embargo, el marido sobretodo ha maniobrado para facilitar la vida de su señalada pareja. Teresa Ribera no pasa por un buen momento político dado que está completamente sobrepasada por las circunstancias. No hay transición ecológica que valga y ni quemando carbón, cosa que ha vuelto a hacer, consigue bajar los precios. Tampoco es que la excepcionalidad ibérica haya funcionado como se esperaba. Y ahora a Ribera solo le queda esperar a que se pongan los nombres encima de la mesa para salir en la crisis de Gobierno.

El Partido Popular ya ha pedido el cese de Mariano Bacigalupo precisamente por haber interferido en asuntos que no le competen para ayudar a su pareja. Pero el problema no es solo ese. La Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC) se encarga básicamente de vigilar y garantizar el buen funcionamiento y la transparencia de todos los mercados y sectores productivos, incluido el eléctrico. En el Partido Popular genera mucha inquietud que Bacigalupo esté más preocupado por velar por los intereses personales de Ribera que por otros asuntos en un momento tan crítico como el actual.

Desde el PSOE entienden que sacar a Ribera podría poner fin a ese tándem que elige y decide cómo actuar en cuestiones clave para el país en la cena. Aún así, cuando en Moncloa hablan de la crisis de Gobierno y de sacar a Teresa Ribera, una ministra que tiene a prácticamente todos los funcionarios del ministerio al borde de la crisis de nervios, tal y como detallan fuentes del departamento de la vicepresidenta, aseguran también que no la dejarían con una mano delante y otra detrás, sino que la recolocarían en algún puesto clave.