El jamón ibérico es una de nuestras joyas gastronómicas. Es apreciada no sólo por los españoles, sino por cualquier extranjero que visita el país. Es más, se demanda mucho fuera de nuestras fronteras, con lo que su exportación es un gran negocio. Es una seña de identidad en el comer, como lo es la paella o la tortilla de patatas. Sin embargo, como en todo, los hay menos buenos, buenos y excelentes. Ahí es donde vamos a entrar, para ir más allá y ser sibaritas, diferenciando lo bueno de lo sobresaliente, como se hace con otras delicatessen como aceites de oliva o vinos. Veamos las diferencias según un referente en el análisis de calidad, como es la OCU.
1LAS CLAVES DEL JAMÓN IBÉRICO
Como decíamos, es uno de nuestros productos más apreciados. Pero ser españoles no nos da la sabiduría para saber distinguir un jamón bueno de uno normal o de otro excelente. Cuando vamos a comprarlo para consumo propio o regalar una paleta en fechas señaladas como la Navidad, al final no sabemos muy bien qué es mejor y ni nos paramos a mirar la etiqueta, origen, características… Sólo miramos el precio y que se ajuste al bolsillo.
Pero con unas pinceladas podemos acercarnos a un maestro jamonero y la OCU las ha dado. Lo que sí sabemos es que el jamón procede del cerdo ibérico, lo que le hace diferenciarse de cualquier jamón serrano. Es la clave de todo y de ahí lo de jamón ibérico y no serrano.