El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vuelve este miércoles al Pleno del Congreso de los Diputados para explicar, según consideran sus socios y la oposición, un giro histórico respecto al Sáhara Occidental. Todo ello en pleno deshielo con Marruecos y con el escándalo por el espionaje con el sistema Pegasus aún como telón de fondo.
Sánchez ya habló sobre su carta a Mohamed VI en la que el Gobierno trasladaba que el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental, presentado en 2007, es «la base más sólida, creíble y realista» para lograr una solución al contencioso durante el pleno celebrado el 30 de marzo, si bien entonces lo hizo junto con otros asuntos.
Tampoco en esta ocasión el tema del Sáhara será el único que se aborde, puesto que Sánchez también tiene previsto dar cuenta sobre el Consejo Europeo extraordinario de la semana pasada en Bruselas pese a que la oposición había reclamado un pleno específico sobre este asunto.
La petición de comparecencia de Sánchez para que informara de sus acuerdos con Rabat y de las consecuencias que han tenido en la relación con Argelia, que ha retirado a su embajador de Madrid y amenazado con subir el precio del gas que exporta a España, fue impulsada por el PP y salió adelante en la Junta de Portavoces, pese al rechazo el PSOE, que ya daba por zanjadas las explicaciones con la comparecencia anterior.
PODEMOS Y OPOSICIÓN, JUNTOS CONTRA SÁNCHEZ
El paso dado por el Gobierno, que permitió zanjar la crisis diplomática con Marruecos y facilitó el inicio de una nueva etapa en la relación con el encuentro entre Sánchez y el rey Mohamed VI en Rabat el pasado 7 de abril, ha conseguido poner de acuerdo tanto a Podemos, socio de coalición, como a los partidos que tradicionalmente respaldan al Ejecutivo, como a la oposición.
Todos ellos afean lo que consideran un giro sin precedentes en materia de política exterior y así se lo han hecho ver al Gobierno en estos meses, tanto en la comparecencia de Sánchez como en la que hizo el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ante la Comisión de Exteriores, como en votaciones de distintas iniciativas tanto en Congreso como en Senado, en los que el PSOE se ha quedado solo.
Desde el Ejecutivo esgrimen que no ha habido cambio alguno y que España sigue apostando por una salida negociada por las partes en el marco de las resoluciones de la ONU y aseguran que lo que se busca es precisamente ayudar a encontrar a una solución a un conflicto que dura ya casi cinco décadas.
La comparecencia de Sánchez se produce en plena implementación de la hoja de ruta que España y Marruecos se han marcado en esta nueva etapa de la relación «basada en los principios de transparencia, de diálogo permanente, de respeto mutuo y respeto e implementación de los compromisos y acuerdos suscritos por ambas partes».
AVANCES CON MARRUECOS
En los dos meses transcurridos, se ha procedido a la reanudación de las conexiones marítimas entre los dos países y se han hecho los preparativos para la Operación Paso del Estrecho, que se retomará tras dos años de parón bajo la excusa de la pandemia de la COVID-19.
Asimismo, también se ha iniciado la reapertura por fases de la frontera con Ceuta y Melilla, con la vista puesta, según dijo desde Rabat el propio Sánchez, a que en ambas ciudades autónomas opere una aduana, algo que solo existía en el caso de la segunda y que Marruecos procedió a cerrar de forma unilateral en 2018.
Por otra parte, desde el Ejecutivo también se han esforzado en poner de relieve la disminución en las llegadas de inmigrantes irregulares a Canarias procedentes desde territorio marroquí a raíz de la visita de Sánchez a Rabat.
En otro orden de cosas, la intervención de Sánchez se produce un día después de que el juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama haya anunciado la citación para el próximo 5 de julio del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, para que declare como testigo en la causa donde investiga el espionaje con Pegasus.
Pese a que los indicios en torno al espionaje parecen apuntar a Marruecos, principalmente porque se produjo en el momento álgido de la crisis diplomática con el país vecino, desde el Gobierno se ha intentado en todo momento evitar señalar a Rabat, esgrimiendo que no hay certeza de que este sea el caso.
Sin embargo, desde la oposición plantean si el giro del presidente estaría relacionado precisamente con la presión ejercida por parte de Marruecos en base a la información que se extrajo de su móvil, algo sobre lo que el Ejecutivo tampoco se ha pronunciado.