Se ha dicho siempre, como mal menor, el comer antes de tomar alcohol, e incluso cuanto más comas, mejor. Por eso muchos encontraban una cierta tranquilidad en el hecho de atiborrarse con una buena comida o cene sobre todo, antes de salir por ahí, y que cuando han comido mucho tenían la sensación de que efectivamente podían beber más sin que les afectara tanto. ¿Es cierto todo ello? Vamos a verlo y concretar qué experimenta tu cuerpo si tomamos concretamente cerveza, por más habitual, sin haber comido nada. ¿Es más perjudicial? ¿Más beneficioso?
8EL ESFUERZO DEL HÍGADO
En este punto, tenemos un «salvador» incansable que es el hígado, con su ejército de enzimas que no dará abasto para oxidar el alcohol y convertirlo en acetaldehído. Este seguirá descomponiéndose hasta transformarse en acetato, una sustancia no tóxica que se excreta a través de la orina. Una buena noticia que además se intensifica si te hidratas lo más posible mientras bebes, aumentando así la dilución del alcohol y disminuyendo por tanto la concentración en sangre. Y por supuesto, si antes has comido, retrasando así el momento en el que el alcohol pase al intestino delgado y a la vez aportando sustancias como la grasa, que ralentiza la digestión de las proteínas.