La tensión que se vive en el Gobierno este último año no ha pasado desapercibida. Pero donde más ha golpeado ha sido en el Ministerio de Transición Ecológica. Los altos precios de la energía unido a las decisiones polémicas que ha tomado la vicepresidenta socialista Teresa Ribera para contener la escalada del coste de la luz han agravado el ambiente que se respira en el ministerio. El «mal carácter» y la tendencia al «choque» de la vicepresidenta del Gobierno con los suyos ha pasado factura a más de uno. Pero quien más «traga», según fuentes del Ejecutivo, es Marc Isaac Pons Pons, jefe de gabiente de la ministra y alto cargo que ahora está en el punto de mira por puro desgaste. Fuentes del propio ministerio insisten en que Transición Ecológica se ha vuelto un destino poco deseable por el mal ambiente que hay.
Pons dio un salto cualitativo que le empieza a pasar factura. Pasó de la política autonómica a la nacional en un santiamén porque el primer jefe de gabinete, Álvaro Abril, no aguantó el difícil y complicado carácter de Ribera. Pons era conseller de Movilidad y Vivienda de Baleares, con la polémica y criticada presidenta autonómica Francina Armengol, y dio el salto a la dirección de gabinete de Transición Ecológica en febrero de 2021. Abril lo dejó por motivos personales, aguantó poco tiempo junto a la ministra dado que su carácter era difícil de sobrellevar. Ahora Pons está en el punto de mira al tiempo que desde el ministerio aseguran que el exconseller también está cansado del desgaste que supone soportar el «mal carácter» de Ribera. Y más en un contexto tan complejo como el actual.
Son varias las fuentes del Ministerio de Transición Ecológica las que coinciden en que se ha vuelto complicado soportar el ambiente laboral que ha impuesto Ribera. Esto, sumado a las complicaciones que ha traído al Ejecutivo el precio de la luz (así como la toma de decisiones como la quema de carbón para mantener el suministro y el coste de la energía) ha hecho que más de un director general se queje en petit comité de que no se aguanta la tensión que impone Ribera. Un Whatsapp de la vicepresidenta genera más tensión en Transición Ecológica que ver el nuevo hachazo de las eléctricas. Y Pons está en el ojo del huracán.
La vicepresidenta tercera del Gobierno no vive su mejor momento
El ambiente de Transición Ecológica no es nuevo. Cuando Abril abandonó en 2021 el puesto por motivos personales tuvo mucho que ver el carácter de la ministra y el desgaste que supone ser su «mano derecha». Entonces, Ribera decidió llamar a otro socialista para cubrir la vacante sin que éste supiera lo que le esperaba. Pons lleva un año en el cargo y el desgaste que hay entre la ministra y su jefe de gabinete ya se ha filtrado a los directores generales y a los trabajadores de Transición Ecológica. La vicepresidenta tercera del Gobierno no vive su mejor momento y ha impuesto una especie de «régimen de tensión» en su ministerio que amenaza con cobrarse la cabeza política de su nuevo jefe de gabinete.
Fuentes del Gobierno aseguran que Moncloa tiene puesto el foco en Ribera, algo que ha empeorado el ambiente del ministerio considerablemente. Para el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, es fundamental apuntarse un tanto en materia energética. Esto ha empujado a la ministra a tomar decisiones polémicas como la de prolongar la quema de carbón para generar energía (con el elevado precio del gas, esta materia prima tan demonizada hace años ha vuelto a ser competitiva) con la consiguiente crítica interna. Pons ha estado en el ojo del huracán y en muchos casos ha sido el encargado de tratar y transmitir directamente la ira y las quejas de la ministra a los directores generales y secretarios de Estado. Un papel que también ha desgastado su imagen considerablemente de cara a los suyos.
La tensión amenaza no solo con hacer caer a quienes están más cerca del sol. Hay más de un director general que ha coqueteado con presentar la dimisión debido precisamente al mal ambiente que se respira en Transición Ecológica. Aún aguantan la mayoría, pero quienes están más cerca de Ribera son quienes más sufren su trato. El mal carácter de la ministra no solo se ha quedado en el ministerio, también ha llegado al Congreso. Es común que los diputados que han tratado con ella lo comenten.