La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera ha afirmado que el fracking en el territorio de Álava «no es una solución inmediata ni viable a medio y largo plazo». En una entrevista concedida a Radio Euskadi, Ribera ha señalado que no es «particularmente optimista» sobre la posibilidad de obtener gas natural del subsuelo alavés mediante fracking.
«Durante muchos años se ha hecho un análisis de cuál es la cantidad de gas disponible, cuáles son las condiciones de su explotación, qué recursos requiere de agua, de protección del suelo, y lo que hemos vivido es, por una parte, contestación social, y por otra parte, una respuesta en términos de análisis de viabilidad económica que no resulta particularmente atractiva», ha añadido.
Por lo tanto, ha señalado que «hay que tener mucho cuidado» si se piensa que este tipo de alternativas son «reales, porque no parece que sea el caso». «Y, a lo mejor, nos introducimos en una aventura que tarda años en poder materializarse. Esto sí que tarda más que la instalación de una planta foltovoltaica o una planta eólica, y acabamos atrapados en un contexto en el que hemos generado un destrozo en el entorno, en el que hemos consumido más agua de la que tenemos, para poder extraer ese gas de esquisto», ha indicado.
Por ello, ha llamado a la «cautela» porque no cree que sea «una respuesta inmediata ni viable en el medio y en el largo plazo». En este sentido, ha precisado que el gas que se importa en Argelia «no es gas de fracking, otra cosa es que pueda haber nuevas explotaciones, nuevas exploraciones, y en qué condiciones se puede materializar la explotación de esos yacimientos».
En cuanto al gas de EE.UU., ha reconocido que, en parte, es de esquisto, procedente de tecnología fracking, pero ha puntualizado que Norteamérica ha aprendido durante estos años que la inversión que se necesita mantener «para evitar episodios como los que han tenido, de movimientos de tierra o de contaminación de agua y acuíferos subterráneos, es enormemente cuantiosa.
«Eso hizo que esa primera burbuja pinchara, es decir, frente a una expectativa de retorno enorme para las explotaciones de gas esquisto en EE.UU., se redujo el volumen de las explotaciones y la expectativa de beneficios económicos porque se incrementó la necesidad de contar con cautelas ambientales y de garantizar la estabilidad y seguridad de los territorios circundantes», ha recordado. Por ello, ha advertido de que no se trata de «soluciones mágicas», tampoco más allá de las fronteras del Estado español.
ENERGÍA EÓLICA
Teresa Ribera cree que Euskadi «tiene margen para crecer de forma importante en energías renovables». En esta línea, ha destacado que aproximadamente el 17 ó 20% de la energía que consume tiene su origen en energías renovables instaladas en la Comunidad Autónoma Vasca.
Es una potencia industrial, tiene un consumo energético para sus consumos energéticos muy notable, tiene una capacidad de generar un ecosistema muy interesante, tanto en energía eólica ‘onshore’ y ‘offshore’ y, de hecho, forma parte de las prioridades que se marca en esa combinación ‘Industria-Energía'», ha indicado.
La vicepresidenta tercera considera que «el potencial de las industrias vascas en este entorno es muy completo, tanto en la producción de bienes de equipo como la instalación, el aprovechamiento o las materias primas que permiten producir esos bienes de equipo». «Creo que se siente así por la sociedad vasca, por la industria vasca y, evidentemente, por los Gobiernos Vasco y nacional también», ha asegurado.
A su juicio, uno de los problemas que se vive en el desarrollo de nuevas plantas renovables es «el sentimiento de algunos vecinos de que ‘esto se instala aquí, pero aquí no deja nada y me quedo con las torres y ese paisaje'». «Todos queremos acceso a formas de energías que sean seguras. Las energías renovables son las que menos impacto tienen», ha asegurado.
INTEGRACIÓN EN EL ENTORNO SOCIOECONÓMICO
Ribera cree que se ha aprendido «mucho» para «no hacerlo de cualquier manera», sino integrándolo en el paisaje, respetando los elementos ambientales y las aves. No obstante, ha precisado que también hay otra variables que «debe ser reforzada», como la integración con el entorno socioeconómico.
«Creo que los vecinos de un pueblo donde se instala en su entorno, en su término municipal, una de estas plantas, deben poder beneficiarse de esto, y debe ser compatible con otras actividades económicas. Hablamos, de hecho, de agrovoltaica cada vez en mayor medida», ha manifestado.
Asimismo, ha apuntado que «debe ser compatible, si los vecinos o el ayuntamiento quieren, con la participación en el capital de esa instalación, y tener retornos directos para poder contar con una electricidad a menor precio o con una cuota aparte de la actividad generada para los vecinos en ese territorio».
En esta línea, ha lamentado que, «hasta el momento, eso no haya sido suficientemente trabajado por los desarrolladores de proyectos». «Por lo tanto, es lógico que los vecinos, los habitantes o los alcaldes y concejales, lo sientan como una especie de agresión, de imposición. Aquí tenemos muchísimo margen de mejora y hay que hacerlo muy rápidamente», ha concluido.