Robles confía su supervivencia a la «mano» que tiene en el Tribunal de Cuentas y el CGPJ

Los «margaritos» de Robles se han convertido en una parte importante para el Gobierno. La ministra ha sido consciente de que su valor en un Ejecutivo en el que cada vez está más cuestionada. Margarita Robles tiene dos vías para «hacerse valer» en el Gobierno. La primera, tener mano en el Tribunal de Cuentas. Y la segunda tener un papel fundamental a la hora de «recomendar» posibles vocales progresistas para el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Estas dos estrategias son la clave de la supervivencia para Margarita. La primera parece tener la oportunidad de demostrar su utilidad para el Ejecutivo. La segunda aún está por ver si saldrá adelante o no dado que el Partido Popular de Pablo Casado se ha enrocado y no cede a la renovación.

Colocar a los «margaritos» por las instituciones es una práctica que la ministra de Defensa no ha dejado de lado ni un minuto. Si se abría la posibilidad de nombrar un cargo, ahí estaba Robles recomendando a uno de los suyos. El problema es que los «margaritos» solo provienen de la carrera judicial y no tienen acceso a todos y cada uno de los cargos que trufan la administración pública. Pero Margarita hace lo que puede. La titular de Defensa sabe que está cuestionada en el Gobierno y de momento ha reforzado las dos cualidades por las que al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le convendría mantenerla en el Consejo de Ministros. Su mano en el Tribunal de Cuentas y en el CGPJ se ha convertido en un valor añadido que hace que Robles sobreviva.

El consejero del Tribunal de Cuentas Diego Íñiguez, el exdirector de la Guardia Civil Félix Azón, Juan José García de la Cruz, actual jefe de gabinete de la ministra de Defensa o el secretario general para la Innovación y Calidad del Servicio Público del ministerio de Justicia, Manuel Olmedo son algunos de los ejemplos de cómo los «margaritos» crecen a nivel laboral gracias a la ministra de Defensa. Pero el que haya otros en la cantera, como es el caso del magistrado (y tío del ministro de Consumo, Alberto Garzón) Ignacio Espinosa para salir a jugar en cuanto se pueda deja aún más claro que Margarita no ha acabado su tarea de colocar en las instituciones al máximo número de «margaritos» posibles. Durante su etapa como vocal en el CGPJ captó a varios magistrados leales.

Margarita Robles cree que puede sobrevivir en el Gobierno si consigue ser omnipotente en la administración. El Tribunal de Cuentas es un arma importante. Pero más el CGPJ. En el Consejo General del Poder Judicial hay muchos nombramientos por hacer que, a su vez, pueden determinar muchos destinos en la carrera judicial de los magistrados. Robles espera con ansia que se renueve el CGPJ (algo que no va a pasar hasta después de las elecciones generales, tal y como detallan fuentes del Partido Popular, la formación responsable del bloqueo) para colocar a una buena batería de «margaritos» que la conviertan en una parte fundamental del Ejecutivo.

El valor de Robles ha descendido precisamente por su obsesión de colocar «margaritos». El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reprendió a la ministra tras conocer que no dejaba de interferir en los nombramientos del CGPJ y la hipotética renovación. La obsesión de Robles es el motivo por el cual Sánchez la quiere fuera del Gobierno en la próxima legislatura (si es que ganan las elecciones y consiguen sumar con Unidas Podemos) y a la vez la estrategia de la ministra de Defensa para sobrevivir en el Gobierno. Sánchez no quiere nadie que intente cosechar más poder bajo su ala, pero Robles cree que solo sobrevivirá si consigue colocar al máximo número de «margaritos» posibles en las dependencias donde tenga mano. Y el CGPJ es una de ellas.

LA UTILIDAD DE LOS MARGARITOS

El Tribunal de Cuentas tiene un primer encargo incómodo para los consejeros socialistas. Afortunadamente para el Gobierno, hay más de uno que defenderá sus intereses. Sin embargo, lo cierto es que el Tribunal de Cuentas investigará los contratos de emergencia concedidos por el Ejecutivo durante la pandemia. Este iniciativa se incluirá en el programa de fiscalización de 2022 y podría traer problemas al Gobierno dada la cantidad de contratos que se concedieron a dedo bajo unas condiciones polémicas. El Ejecutivo, sin embargo, confía en que el «margarito» Diego Íñiguez ejerza de dique de contención y que esta investigación no comprometa al Ejecutivo. Y menos ahora que se espera un 2022 y un 2023 plenamente electoral. Es el entorno de la propia Robles el que asegura que la «lealtad» de Íñiguez hacia Margarita es «inquebrantable» y que esto influirá en esta investigación que mantiene en tensión a más de uno.

Otro ejemplo de la mano de los margaritos está en cómo frenaron otra bomba que podría haber complicado la vida al Gobierno. El Tribunal de Cuentas ya ejerce de elemento conciliador para el Gobierno de Pedro Sánchez. La clave de todo: el consejero y «margarito» Diego Íñiguez y la consejera Rosario García, pareja del actual jefe de gabinete de la titular de Defensa. Cuando el fiel seguidor de Margarita Robles, ministra de Defensa, dejó el cargo de director de gabinete de la socialista para entrar en el Tribunal de Cuentas, la lectura que se hizo desde Ferraz fue unánime. La entrada de Íñiguez supondría que el Gobierno tendría mano en el tribunal y los últimos acontecimientos así lo han evidenciado. El Tribunal de Cuentas ha dado un giro radical y ha ejercido de elemento conciliador entre los partidos independentistas y el PSOE. Prueba de ello es que gracias a Íñiguez y a otra consejera socialista Rosario García, pareja de Juan José García de la Cruz (actual jefe de gabinete de Robles), la Generalitat podrá avalar con fondos públicos a los políticos catalanes independentistas acusados de malversación. Los «margaritos» son, además de fieles seguidores de la ministra de Defensa, útiles para los intereses del Gobierno. Así lo han demostrado.

Hay quien considera en el Partido Popular que Pablo Casado ha «regalado» el control del Tribunal de Cuentas a Pedro Sánchez, razón por la que creen que esta investigación no trascenderá más de lo necesario, según detallan. El que haya una mayoría de consejeros en el Tribunal de corte progresista no debería suponer un problema a corto o a medio plazo para el Gobierno. De entre todos, en quien más confían desde el PSOE es en Íñiguez, un «margarito» consagrado que ha ascendido gracias a la gracia de la ministra de Defensa y que ha formado parte del Ejecutivo en calidad de jefe de gabinete de Robles. El que ahora los ojos de Moncloa estén puestos en Margarita hará que la titular de Defensa esté más encima de sus «margaritos», especialmente de aquellos que trufan este alto tribunal. Íñiguez tendrá que informar. Pero no solo él. La mujer del actual director de gabinete de la ministra también.