El presidente del Gobierno no parece que vaya a reciclar a Cristina Narbona. El líder socialista, Pedro Sánchez, no tiene intención de complacer a la presidenta del PSOE llevándola de nuevo a la primera línea política. En su lugar, Narbona permanecerá en un cargo honorífico como es el de presidenta del Partido Socialista hasta que se jubile, al igual que pasará (porque así lo quiere Sánchez) con la pareja de Narbona, el responsable de la diplomacia europea y exministro de Exteriores, Josep Borrell. El presidente quiere reconciliarse con el viejo PSOE, pero no quiere conceder a Narbona el deseo de ser la candidata para el Ayuntamiento de Madrid, algo que la propia presidenta del PSOE ya ha dejado claro a los suyos desde hace años. En su lugar, la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González, será la que, tal y como aseguran fuentes del partido, lleve los galones para batirse con José Luis Martínez Almeida en una contienda electoral.
La presidenta del PSOE lleva cuatro años a la espera de que el líder socialista la recicle para volver a la primera línea. De hecho, la esperanza de Narbona era la de ser la candidata del partido en el Ayuntamiento de Madrid. El problema es que Sánchez no solo no lo hará, sino que esperará a que pase el tiempo hasta que se oxide. Y para acelerar ese proceso, el presidente colocará, casi con toda seguridad, a Mercedes González en las elecciones de Madrid.
El problema es que esta estrategia de Ferraz con Narbona no es nueva. Hay cierto malestar con la dirigente socialista porque, tal y como deslizan fuentes del partido, podría haber pedido ayuda a su gente en el Gobierno para que le echaran una mano a sus hijas. Algunas voces hablan de un trabajo más que bien pagado en la empresa pública Tragsa, pero lo cierto es que Narbona ya no es un activo político útil para Sánchez y el PSOE la quiere enterrar con el paso del tiempo. El posible nombramiento de González como candidata socialista en Madrid ha dejado sin opciones a una Narbona que ve cómo se le cierran las puertas políticas en el partido. Y ni siquiera su pareja, Josep Borrell, tiene la suficiente influencia y peso en el partido como para que el perfil de la presidenta del PSOE sea impulsado por el presidente.
Las esperanzas de la dirigente socialista se avivaron con la remodelación del Gobierno. Cuando Sánchez nombró a personalidades del viejo socialismo como Óscar López como su jefe de gabinete lanzó un mensaje que abría la posibilidad para algunos de que Narbona volviera a la carrera por volver a la primera línea. Sánchez se reconciliaba con la parte política del PSOE y dejaba atrás ese espíritu tecnócrata que había guiado su primera fase como presidente del Ejecutivo. Sin embargo, por mucho que el presidente mirara hacia los políticos de raza como solución a algunos de sus problemas, no parece que Narbona entre en la lista de los elegidos.
Tanto Borrell como Narbona seguirán el mismo destino que las viejas glorias del PSOE. La idea de Sánchez es que según acaben sus respectivos encargos, tengan una salida discreta por la puerta de atrás. Ninguno de los dos goza de la confianza del presidente para esta nueva etapa en la que parece pescar alcaldesas de municipios periféricos antes que buscar el apoyo de pesos pesados del partido. Pero lo cierto es que ni en Ferraz ven a Cristina como tal, sino que la ven más como un «fósil» político que aguanta sin que nadie se lo explique del todo.
El perfil de políticos que busca Sánchez es, ante todo, joven, tal y como se ha demostrado este año pasado. Que Mercedes González tenga más galones que Narbona es una prueba muy clara. Pero el nombramiento de los nuevos ministros y ministras tras la remodelación del Gobierno deja en evidencia que el presidente no quiere perfiles excesivamente senior dentro de su Ejecutivo. Narbona es de la vieja guardia, como Borrell, y desde el núcleo duro del PSOE no quieren saber nada de ella como posible candidata a nada. Ni siquiera en las vacantes menos deseadas.
Lo cierto es que nadie en el PSOE se plantea de manera seria que Narbona fuera a ser la candidata del partido en el Ayuntamiento. Se habló de ello como posibilidad en 2018, un año en el que Borrell tenía responsabilidades y buena comunicación con el presidente del Ejecutivo, pero desde que el líder del PSOE cambió su equipo de Gobierno y Borrell salió de Exteriores a la UE, las esperanzas de Narbona se hundieron con las de su pareja. El presidente quiere un equipo joven, el hecho de que dejara a Juan Lobato llegar a la secretaría general del PSOE-M así lo demuestra. Y Narbona no entra en los planes de un Sánchez que también espera remodelar de nuevo su equipo de cara a las próximas elecciones.