sábado, 23 noviembre 2024

El Papa pide ante católicos de Grecia no escuchar lo que corroe la esperanza

El Papa ha instado ante la comunidad católica de Grecia, cuya población oscila entre 50.000 y 70.000 personas y forman parte de una minoría religiosa, a «no prestar oído a aquello que corroe la esperanza» ni a quienes repiten «que en la vida nunca cambiará nada».

En la misa que ha celebrado en Atenas en el marco de su viaje apostólico en Grecia, el Papa ha instado a no «rendirse a los fantasmas interiores» que se presentan «para desalentar» a las personas y decirles que no pueden, «que todo está mal y que ser santos» no es para ellos.

El Pontífice ha celebrado una misa en la sala de conciertos Concert Hall en Atenas y según las cifras oficiales, participaron alrededor de dos mil personas, entre ellas, la presidenta de la República de Grecia, Katerina Sakellaropoulou. Se trata de un lugar que se usa tradicionalmente para conciertos y exhibiciones culturales -construido en 1991- que ha convertido el escenario en un palco para la misa.

Las lecturas han sido en griego antes de la homilía del Papa, que ha concelebrado la misa con el arzobispo católico de Atenas, Jerónimo II.

Para el Papa, que por la mañana efectuó una emotiva visita al campo de refugiados en la isla griega de Lesbos, convertirse al catolicismo «significa rechazar el creer que se está destinado a hundirse en las arenas movedizas de la mediocridad. «Es no es para nosotros», ha apuntado.

En esta línea, el Papa ha dicho que el Señor prefiere «la pequeñez y la humildad».

Al reflexionar en el pasaje del Evangelio dominical, el Pontífice se ha centrado en la figura de San Juan Bautista que vive en el desierto y que invita a la conversión: «Predicando en el desierto, Juan nos asegura que el Señor viene a liberarnos y a devolvernos la vida justo en las situaciones que parecen irremediables, sin vía de escape. No hay por tanto lugar que Dios no quiera visitar».

Así ha dejado claro que «tener autoridad, ser cultos y famosos no es una garantía para agradar a Dios; al contrario, podría conducir a ensoberbecerse y a rechazarlo» por lo que «es necesario en cambio ser pobres por dentro, como pobre es el desierto».

Ante la minoría católica, ha insistido en no temer a la pequeñez «porque la cuestión no es ser pequeños o pocos, sino abrirse a Dios y a los demás. «Y tampoco tengan miedo de la aridez, porque Dios no la teme, y es allí donde viene a visitarnos –ha dicho–. Dios, hoy como entonces, dirige la mirada hacia donde dominan la tristeza y la soledad. Podemos experimentarlo en la vida, Él a menudo no logra llegar hasta nosotros mientras estamos en medio de los aplausos y solo pensamos en nosotros mismos».