Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jauregi, gobernador civil de Guipúzcoa asesinado por ETA en el año 2000, ha afirmado este domingo que «con la violencia no se consigue absolutamente nada» y ha abogado por transmitir a las futuras generaciones «que las cosas se pueden hacer sin matar, sin violentar a nadie».
Lasa ha participado este domingo en un coloquio con varios presos y presas en el centro penitenciario de Pamplona, donde previamente se ha proyectado la película ‘Maixabel’, que narra los encuentros que mantuvo en la cárcel con Ibon Etxezarreta y Luis Carrasco, integrantes del comando de ETA que asesinó a su marido. En el coloquio han participado también la directora de la película, Icíar Bollaín, y el consejero de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra, Eduardo Santos, quien medió en estos encuentros.
Dirigiéndose a los presos asistentes, Lasa ha reconocido que le ha impresionado «muchísimo» la entrada en la cárcel y ha esperado que «os haya servido para algo la película». Un film que ha definido como «un canto a esa necesidad de convivencia que tenemos todos, de vivir entre distintos pero respetándonos». También un «canto a la deslegitimación de la violencia».
«Con la violencia no se consigue absolutamente nada, lo que tienes que conseguir es las cosas de otra forma, haciendo pedagogía, escuchando al vecino y solucionando los problemas que tenemos en el día a día, utilizando fundamentalmente la palabra», ha manifestado.
Maixabel Lasa ha mostrado su intención de explicar a sus tres nietos «lo que pasó con su aitona -abuelo en euskera- y lo haremos de la forma más normal posible, sin que haya odio por medio». En este sentido, ha opinado que la película «nos va a ayudar mucho a que entiendan cómo se puede convivir con gente que piensa distinto». «Al final tienes que vivir, y para vivir el odio es lo peor que puedas tener, el odio no te deja vivir» y «lo que hay que hacer es desechar esa posibilidad», ha expresado.
Lasa ha recalcado que «cuando hablo de segundas oportunidades es porque verdaderamente lo piensa así» y «me incluyo en esas segundas oportunidades». Además, ha afirmado que «siempre he creído que la política penitenciaria de cualquier Gobierno tiene que ser la reinserción de los presos, bien sea de carácter terrorista o de cualquier otro tipo de delito».
En este sentido, ha valorado que Ibon Etxezarreta y Luis Carrasco hicieron «un camino personal de autocrítica, de reconocer el daño causado y, después de ver todo eso, me he sentido en la obligación de estas con ellos, escucharles y que me escuchen también». Algo que aprendió, ha destacado, de su marido, quien ha recordado como una persona «dialogante, amigo de sus amigos y también de los que no eran tan amigos, defensor de los derechos humanos de todas las personas». «Eso es lo que quiero transmitir a las futuras generaciones, que las cosas se pueden hacer sin matar, sin violentar a nadie, y ese es el camino», ha afirmado.
Maixabel Lasa ha explicado que accedió a estos encuentros porque «creo profundamente en que una persona puede cambiar y porque quería escuchar y que él me escuchase a mí». «Al final tienes delante a una persona que te ha hecho muchísimo daño pero a la vez sabes que está muy dolido de lo que hizo y que si pudiese volvería para atrás», ha añadido.
UNA PELÍCULA CON UN MENSAJE «DESLEGITIMADOR DE LA VIOLENCIA»
Por su parte, Icíar Bolláin ha reconocido que una de las cuestiones que le preocupaba era que la película se «malinterpretase» y que hubiera quien pensase que «estábamos blanqueando algo».
La directora ha opinado que «esta película hubiera sido imposible cuando ETA mataba, incluso cerca de los mismos encuentros» y ha confesado que, a la hora de hacer la película, «sabíamos que nos metíamos en un terreno difícil» porque «es un tema muy sensible, por muy buenas razones, porque ha generado mucho dolor».
Bollaín ha destacado que «la figura de Maixabel es incuestionable, pocas personas hay capaces de dar una oportunidad a la gente que le ha hecho daño». No obstante, ha subrayado que «lo más difícil» era por parte de Ibon Etxezarreta y Luis Carrasco, «porque la sociedad no quiere verles como personas, están muy demonizados, con motivo también».
La cineasta ha destacado que «el mundo de los terroristas ha sido tabú durante mucho tiempo; han sido una masa informe sin caras, lo poco que sabemos de ellos lo hemos visto en la Audiencia Nacional dando gritos, hay muchos que tienen además una actitud terrible de chula y provocadora hacia las víctimas». De manera que acercarse a dos de ellos «y verles como personas que se han dado cuenta del dolor que han causado, pensaba que, sin ver la película, podría haber gente que tuviera muchos prejuicios y que pensara que estábamos blanqueando algo».
Por el contrario, ha explicado que conforme fue hablando con ellos «me di cuenta que su discurso no podía ser más deslegitimador de la violencia; son los que han ejercido la violencia los que mejor pueden mandar el mensaje de que eso no va a ningún lado y que es un horror total».
«Vivimos en un clima político muy crispado, en el que hay poca reflexión, hay mucho griterío» y pensaba que «si la gente no ve la película podía malinterpretarla», ha explicado la directora. «Pero creo que en el momento que se ha visto no hay duda, el mensaje es tan claro, que la violencia no lleva a ningún lado y es tan importante decirlo para que no se repita», ha reconocido.
Preguntada por los «miedos» que ha tenido a la hora de hacer la película, Bollaín ha subrayado que «sobre todo estás hablando de personas reales, estás contando su vida y es muy delicado» y quiso hacer un retrato «con el que se sientan cómodos todos».
Por su parte, el consejero de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra, Eduardo Santos, que participó en la mediación para el encuentro entre Maixabel e Ibon Etxezarreta, ha recordado que su trabajo consistió en la preparación de estos encuentros con el preso «para saber cómo podía enfocar él un encuentro con una víctima directa» y «cuál era su punto de partida sabiendo que tenía que tener una voluntad sincera y real de llegar a un punto en que ese diálogo fuese posible y estuviera dentro de unos parámetros en que no se volviera a revictimizar a nadie y se pudieran satisfacer las necesidades de Maixabel». «Fue un trabajo intenso de preparación que culminó con ese encuentro maravilloso», ha concluido.