Las conjuras vuelven a Génova, al menos entre bambalinas. Hasta el momento, hablar de derrocar al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, antes de las elecciones generales de 2023 no dejaba de ser ciencia ficción, sin embargo, hay cada vez más barones que se plantean que es posible. La idea que circula entre los altos cargos populares es que el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, el presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, se plantean abordar el poder y la candidatura para entregársela con un lazo al presidente gallego. Feijoo ya se quedó con las ganas de presentarse a las primarias que ganó Casado y no quiere dejar pasar la oportunidad de presidir el país. Es un momento brillante porque el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, arrastra la erosión de varios años en Moncloa y las encuestas aupan al PP y no precisamente por el liderazgo de Casado. Sin embargo, pese a que en el PP se da por hecho que esta alianza entre Madrid, Andalucía y Galicia puede dar buenos frutos y está en marcha, aún hay un problema importante que solucionar: cómo echar al actual líder del Partido Popular antes de que se celebren las elecciones.
La maquinaria de Génova se ha puesto a funcionar desde que las encuestas dieron un vuelco y empezaron a reflejar que Casado podría ganar las elecciones. Este fue el punto de inflexión para que ocurrieran dos cosas: primero, que el presidente del PP se bunkerizara para no cometer errores (aguantar el resultado al más puro estilo Simeone) y, segundo, intentar neutralizar por los próximos dos años a los barones que amenacen con robar a Casado la candidatura en 2023. Lo primero lo están llevando a rajatabla. Casado aparece poco y se moja menos. No quiere cometer errores dado que han visto que si dejan a su líder enfrascado en Génova no parece que las encuestas se alteren. Mejor aguantar. Y para el segundo cometido, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, se ha puesto manos a la obra con una estrategia peculiar.
Teodoro García Egea quiere neutralizar a los díscolos peligrosos
Teodoro García Egea quiere neutralizar a los díscolos peligrosos, es decir, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a el presidente de Galicia, al alcalde de Madrid y al presidente de Andalucía. La primera es la más peligrosa a nivel individual, pero tiene la dificultad añadida de que le cuesta llegar a alianzas con otros barones populares, por lo que Teodoro considera que regalarle el PP de Madrid es suficiente como para que Ayuso no meta las narices en la candidatura de Casado. El secretario general de la formación «sacrificó» el PP de Madrid por un par de años de calma para que Casado se pueda presentar en 2023. Una estrategia que ha imitado en Galicia, dejándole a Feijoo (aunque aquí tenía menos margen de maniobra) controlar su feudo sin interferencias.
Respecto a Moreno Bonilla y a Martínez Almeida, la estrategia de Teodoro ha sido más torpe. Al primero han buscado aislarle dentro de su propio partido. Casado intentó colocar al frente del PP de Sevilla, fundamental para la delegación andaluza, a una candidata completamente afín a Génova: a Virginia Pérez, mientras que Juanma intentó colocar a su candidato, Juan Ávila. Finalmente ganó la delegación de Génova y esto ha traído surrealistas situaciones en las que el PP de Sevilla cerraba filas en torno a la candidatura de Casado. Sea como sea, el intento de Teodoro de aislar a Moreno salió como esperaban y ahora solo queda esperar a ver el resultado de las elecciones autonómicas para dar el golpe de gracia a Moreno o simplemente dejarle gobernar solo, pero controlando su entorno político.
Respecto a Almeida, el político ya no tan de moda, Teodoro fue más rápido que con el resto. Cuando Casado vio que al alcalde se le subían los humos por los aplausos desde los balcones, el núcleo duro del partido se precipitó para nombrarle portavoz de la formación, un regalo envenenado que buscaba someter su discurso al de Casado y fagocitar todo beneficio político que cosechara el regidor. En cualquier caso, Almeida se ha convertido con el paso del tiempo en una amenaza menor para Casado (o al menos es lo que deslizan desde Génova) y ya no hace temblar tanto a los dirigentes que pretenden urdir las listas de Casado en noviembre de 2023.
LA ALIANZA QUE CRISPA A TEODORO
Fuentes del PP aseguran a MONCLOA.com que estos tres políticos populares (Almeida, Moreno y Feijoo) tienen toda la intención de crear un equipo lo suficientemente respaldado como para sustituir a Casado en las elecciones. La idea es que tarde o temprano, es decir, en 2023 o en 2027, Feijoo sea el candidato del Partido Popular. Sin embargo, el mayor problema a superar es cómo conseguir que Casado abandone la candidatura antes de tiempo. Por no hablar de que si el presidente del PP se convierte en el líder del Ejecutivo los planes de estos tres dirigentes podrían echarse por tierra.
Hay fuentes que aseguran que Almeida se ha bajado del carro y que ya no apuesta por una conjura al más puro estilo de la época de Felipe II para derrocar a su líder. Otras insisten en que Almeida, Feijoo y Moreno están de acuerdo con seguir adelante. Sea como sea, el rumor, que ha salido de Galicia, ha llegado por la A-6 hasta Génova y ya media plantilla del partido está crispada y atenta a ver lo que ocurre de aquí a estos dos años. El congreso que se celebra en octubre es temprano como para hacer algún movimiento para echar a Casado, pero los movimientos se llevan dando desde hace tiempo y Alberto Núñez Feijoo tiene claro que quiere ser el próximo presidente del Ejecutivo.
Hay otros barones que no verían con malos ojos sumarse a esta candidatura. Algunos que incluso ya intentaron en plena pandemia maniobrar en contra de su líder para que otro (también Feijoo) tomara el mando. Los empresarios lo pidieron a gritos. Y el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, también. Génova no olvida el gesto del presidente castellano, pero prefiere calma hasta 2023. La idea que sopesa el núcleo duro del PP es que una vez Casado sea presidente, todas estas presiones, conjuras y habladurías se calmarán porque todos querrán algún cargo público. En cualquier caso, el problema para estos es precisamente ese: no quieren a Casado como presidente del Gobierno. «¿Te imaginas a Teodoro García Egea de vicepresidente?», se preguntaban las fuentes.