Con el imparable aumento de contagios por coronavirus, debido principalmente a la llegada de las vacaciones, y la expansión de la variante Delta, mucho más transmisible que las anteriores, la incidencia se ha disparado hasta desembocar en una quinta ola. Esto ha llevado a algunas comunidades a intentar blindarse con restricciones. Desde que decayó el estado de alarma el pasado 5 de mayo, estas decisiones recaen ahora en cada comunidad autónoma y por lo tanto la última palabra la tienen los tribunales superiores de justicia. El lío jurídico y el caos están servidos.
Muchos gobiernos autonómicos están solicitando aplicar otra vez el toque de queda, así como el control de los aforos en los bares, restaurantes y comercios, y el cierre del ocio nocturno. Como la decisión final está en los jueces sin haberse establecido antes un criterio común, el resultado es que algunos TSJ avalan las medidas y otros no, por no considerarlo suficientemente justificado. Esto obliga a municipios a recurrir dichas sentencias, y perder el tiempo en trámites burocráticos y legales, mientras el número de positivos se sigue incrementando.
Llamativo es el caso de Cataluña donde el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha denegado la prórroga de toque de queda solicitada por la Generalitat. De esta forma, la mayoría de las ciudades catalanas quedan libres restricciones horarias de cualquier tipo con las que hacer frente a las aglomeraciones nocturnas, las fiestas o los botellones. La Generalitat ahora deberá recurrir la decisión del Tribunal, o cambiar algunas medidas que permitan aplicar ciertas restricciones sobre el ocio nocturno, al menos en los núcleos de población más grande y en la capital. Unos días antes, pequeños municipios como Calonge o Palamós, expresaban su malestar por habérsele negado la aplicación del toque de queda y reclamaban que las decisiones pasasen a manos del Govern. “No ha bastado con peticiones y súplicas reiteradas a Interior. Nos tendremos que aguantar y hacer lo que podamos, pero seguro que este no será el mejor verano de nuestras vidas”, decía el alcalde de Calonge.
TOQUE DE QUEDA EN 19 MUNICIPIOS CATALANES
Ahora, con el fallo del TSJC, no habrá confinamiento nocturno ni en las grandes urbes ni en las localidades de menos habitantes, y solo se mantendrá en los 19 municipios más afectados por los contagios: Alcarràs, Amposta, Arenys de Munt, Badia del Vallès, Balaguer, Banyoles, Calafell, Celrà, Cervelló, Gelida, Manlleu, Martorell, Montblanc, Móra d’Ebre, Palafolls, Salt, Sant Feliu de Guíxols, Sarrià de Ter y Torroella de Montgrí.
«Nos vienen jóvenes de municipios donde sí hay toque de queda, como Tarragona”
Esto crea una situación cuanto menos absurda, ya que la movilidad diurna entre un municipio y otro está permitida, de aquí a que muchas personas se trasladen a pasar la noche a zonas donde no hay toque de queda vigente. De hecho los macrobotellones se han disparado este verano en las localidades más turísticas (Palamós y Calonge son dos de ellas), donde se reúnen cientos de veraneantes y jóvenes de otras localidades colindantes confinadas, que acuden por el efecto llamada. El bosque, la playa, los paseos, los parques, calas, aparcamientos, cualquier sitio es apto para este tipo de fiestas nocturnas que enfadan a los residentes, y que no parecen ser motivo suficiente para aplicar un toque de queda. El pasado fin de semana en Regencós, una pequeña localidad de 300 habitantes donde no hay policía local, fue escenario de un macrobitellón que reunió a 500 personas, que terminaron arrojando piedras a los Mossos que acudieron. “Lo más fuerte lo hemos vivido este último fin de semana. Nos vienen jóvenes de municipios donde sí hay toque de queda, como Tarragona”, ha declarado Alba Muntadas, coalcaldesa de Altafulla, un municipio costero sin confinar. En otras Comunidades Autónomas el fenómeno es similar, ya que solo hay algunos territorios afectados por la medida del toque de alarma, mientras que en el resto no hay restricciones.