Los dieciséis años de vida de Ciudadanos han estado ligados a Albert Rivera, abogado de Barcelona que se convirtió en líder del partido por casualidad (la elección de hizo por orden alfabético) y que pronto demostraría sus tablas dialécticas y ambición.
El éxito en las autonómicas catalanas de 2006, tres parlamentarios, posibilitó que Rivera intenta articular algunas operaciones que desnaturalizaban el proyecto, véase su fallida candidatura a las generales de 2008 o su decisión de pactar con unos millonarios de extrema derecha, Libertas, en las europeas de 2009.
Aun así, Cs salvó su presencia en el Parlament de Catalunya y este fue el trampolín utilizado por Rivera para hacerse platós en Madrid y conseguir que el minúsculo partido se convirtiera en el vehículo escogido por varios miembros destacados del establishment para apuntalar al bipartidismo con un aire regeneracionista que navegaba contra los intereses de Podemos, que comprometía a las fuerzas vivas.
RIVERA QUIERE HACER DESAPARECER CIUDADANOS
El éxito de Ciudadanos en las generales de abril de 2019 desnortó a Rivera, que se atrincheró en el liderazgo y esquivó el debate sobre convertirse en vicepresidente de Pedro Sánchez, dice él que el PSOE no quería pacto.
Rivera ambicionaba el trono del centro-derecha como preámbulo para alcanzar La Moncloa como presidente, pero las elecciones de 2019 le sacaron del camino y desde entonces ha conspirado contra el liderazgo de Inés Arrimadas, a la que critica por tomar las posiciones centristas que él decía defender.
El fundador de Cs, además de intentar reescribir su trayectoria política, está comprando la teoría que dice que los naranjas deberían renunciar a su autonomía a cambio de integrarse en el Partido Popular, tal y como hizo el CDS.
Inés Arrimadas, que aceptó pacto con el PP en Euskadi y lo buscó sin suerte en Galicia y Cataluña, es consciente de que la fallida moción de la Región de Murcia la ha colocado en una situación de debilidad que no impide que ella siga apostando por mantener a Cs como partido independiente.
La líder naranja es consciente que en favor del pacto se encuentra Albert Rivera, que asesora al PP a través del despacho Martínez-Echeverría y Rivera Abogados en asuntos como la ‘ley de Educación’ o la ley catalana de alquileres.
Muy cercano a Rivera sigue siendo Fran Hervías, que se ha integrado en el equipo de Teodoro García Egea y tuteló el fichaje de Toni Cantó por el PP. O Marcos de Quinto, que ha impartido clases de economía a diputados ‘populares’ y ahora prepara una televisión de capital murciano que estará cercana a los intereses de Pablo Casado, y no de Arrimadas.
ESCASAS POSIBILIDADES DE ÉXITO
El PP aduce que el tiempo de estudiar un pacto con Cs para lanzar una fórmula como ‘España Suma’ ya pasó, pero lo cierto que es que el ‘efecto Ayuso’ ha derribado las expectativas naranjas a nivel estatal hasta tal punto que Arrimadas tendría dificultades para renovar su acta de diputada.
Este hecho no imposibilita que la cúpula del partido siga batallando por encajar el mensaje «liberal» en la agenda española y crea que la agenda política camina a su favor porque la próxima cita es Andalucía, que es uno de los escasos territorios donde Ciudadanos cuenta con unas expectativas más o menos aseadas porque, a pesar de desplomarse, podría mantener un peso estratégico clave para formar Gobierno.
El líder de Cs en Andalucía, y vicepresidente de la Junta, Juan Marín, deslizó en el pasado la posibilidad de unir fuerzas con el Partido Popular. Pero Inés Arrimadas les desmintió en público y él no la rebatió. Y ahora será él quien tenga el destino del partido en sus manos.