¿Por qué el presidente del Gobierno ha premiado a Pedro Saura? Esa es la pregunta que más ha disparado los rumores y las críticas en Ferraz. Nadie se explica cómo es posible que el exministro de Transportes y exsecretario de Organización del PSOE José Luis Ábalos se haya hundido por decisión del presidente y que al mismo tiempo el número dos del valenciano haya ascendido como la espuma y haya recibido uno de los cargos más ansiados por los políticos. Sánchez ha nombrado a Saura presidente de Paradores de España, un chollo de 180.000 euros al año, comidas y viajes. El problema es que hay quien cree en el PSOE que la razón por la que el líder socialista le ha «regalado» a Saura este puesto tiene que ver con una presunta «traición» a Ábalos. Mientras el ministro ha acabado relegado y cesado, Saura ha crecido como la espuma. Algo que llama la atención si se tiene en cuenta que Sánchez solo valora la lealtad a la hora de ascender o relegar a los suyos. En resumen, hay algunos críticos del partido que tienen claro que Saura ha debido empujar a Ábalos a ese cese que tanto ha llamado la atención.
Pedro Saura ha sido hasta hace poco secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda. Vamos, que era el número dos del ministro Ábalos. La buena relación entre el valenciano y Saura era evidente. Hasta ahora. El problema ha llegado con el cese del ministro. Casi nadie en Ferraz tiene una explicación convincente sobre por qué Sánchez ha decidido relegar a uno de sus ministros con más peso a la par que asciende al número dos del exsecretario de Organización socialista. Desde Ferraz son cada vez más los que aseguran que Saura ayudó al presidente del Gobierno a llevar a cabo el despido del ministro; un plan que el líder socialista llevaba meses rumiando y que no sabía bien cómo llevar a cabo hasta que Saura le dio la clave.
El entorno del presidente del Ejecutivo asegura que la remodelación del Gobierno ha sido una excusa para destronar a los dos dirigentes del equipo de Sánchez que más poder aglutinaban. Por un lado estaba el jefe de gabinete del propio líder, Iván Redondo, quien ostentaba un poder excesivo (a ojos de Sánchez) dentro del Ejecutivo; y por otro lado estaba el secretario de Organización, un comisario político que se había hecho con el control de la estructura del partido. Sánchez quería acabar con ellos para evitar que hubiera caras lo suficientemente relevantes como para quitarle titulares y lo consiguió. El problema es que con Ábalos, un ministro de Estado y un comisario político que tenía la llave de la formación, había que estar seguros de cómo abordar el cese.
El que Ábalos fuera ministro era una consecuencia de tener peso en el partido
Tal y como le dijo un ministro destituido al presidente cuando le comunicó que ya no seguiría en el Gobierno: «igual que depositas tu confianza en nosotros para el puesto, nos la puedes quitar». Pues bien, mientras que este principio fue fácil de aplicar con el jefe de gabinete (quien además había pedido en alguna que otra ocasión en el pasado el irse del Gobierno), con Ábalos no era tan simple. El que Ábalos fuera ministro era una consecuencia de tener peso en el partido; y no al revés. Sánchez ha querido hacerse con el control total del partido y para eso ha tenido que cargar contra uno de sus principales fontaneros, tal y como cuentan fuentes del entorno del presidente. Y en este punto es donde entra Saura. Si el presidente del Gobierno quiere acabar con Ábalos, antes tiene que tener la seguridad suficiente de que puede controlar la onda expansiva una vez haga estallar la noticia.
Saura ha sido, según los relatos de Ferraz, quien ha facilitado al presidente del Gobierno la información necesaria para contener esa onda expansiva. Es quien ha conseguido que Sánchez tenga «argumentos» para convencer al ministro de su salida y evitar que el partido se manche en una guerra sucia posterior fruto del estallido de las cañerías que Ábalos gestionaba durante su etapa como secretario de Organización del PSOE. Por no hablar de que es este mismo ministro valenciano el que ha protagonizado los casos más sensibles para el Ejecutivo, como el Delcygate, con la llegada opaca de la número dos del gobierno venezolano a Barajas, o la entrega de millones de euros a la aerolínea Plus Ultra.
Esta es la única explicación que tienen desde Ferraz para explicar por qué el número dos de un ministro defenestrado asciende como la espuma. Los cargos como el de secretario de estado de cualquier ministerio son puestos de excesiva confianza. Tanta, que quienes reciben estos golosos nombramientos son los más leales de los políticos para el ministro en cuestión. Es curioso que el hombre de mayor confianza de Ábalos, el fontanero del PSOE, sea quien ahora crece a nivel salarial (que no tanto político) con un retiro dorado en Paradores (puesto que antes ocupaba el actual jefe de gabinete de Sánchez) con un salario de unos 180.000 euros anuales.
Los críticos del PSOE tienen claro que esto no es algo «natural». Lo lógico es que pase como le ha pasado a todos los cargos de confianza de José Luis Ábalos: que acaben cesados por la nueva ministra. Es cierto que hay algún que otro alto cargo socialista que todavía sigue dando sus coletazos por el Ministerio de Transportes, pero lo lógico es que de aquí a un tiempo acaben fuera del Ejecutivo. Mientras que Koldo García Izaguirre tendrá que volver a la seguridad nocturna, Saura ha llegado a lo más alto de los retiros dorados. ¿Por qué? Desde Ferraz tienen claro que Ábalos y Saura ya no intercambian mensajes cariñosos. El propio fontanero sabe que no es normal el ascenso de su número dos. Pero sea como sea, ahora Saura disfrutará de hoteles de cinco estrellas, comidas importantes y un salario que quita el hipo.