Juan José Millán, psicopedagogo y director de Área 44 Servicios Educativos, habla sobre la mala letra y la disgrafía, aspecto poco conocido y determinante en la letra de los estudiantes. “Cuando encontramos estudiantes con mala letra, en muchas ocasiones solo existe una receta desde casa o desde el Colegio: escribir más o hacer caligrafía, y esto, no sirve para mejorar la letra”. En algunos casos se puede ofrecer algún tipo de mejora, según indica el experto, no obstante, en aquellos casos en que no se trata de mala letra, sino de disgrafía, “hacer más de lo mismo no servirá nada más que para frustrar al escolar y generar rechazo ante la escritura”.
¿Qué es la “mala letra”?
La mala letra es algo que siempre se ha observado a lo largo del tiempo en escolares de Educación Primaria, Secundaria, Bachillerato y también en adultos. La letra, en la mayor parte de los estudiantes, supone una “carta de presentación”. Los exámenes así como los ejercicios y los trabajos son escritos. Una mala letra condiciona en muchas ocasiones las calificaciones o sirve de argumento para las clásicas notas de los docentes del estilo “se tiene que mejorar la letra”. Pero no solo importa la imagen que se puede obtener desde fuera a partir de una mala letra, pues en muchas ocasiones, los propios estudiantes no comprenden bien lo que han escrito, suponiéndoles grandes problemas a la hora de estudiar, no solo a nivel de contenido, ya que pueden perder algún concepto clave o palabra técnica, sino que además, invertirán más tiempo, lo que se traducirá en aumento de fatiga y en menor rendimiento. Lo primero que se debe hacer es diferenciar si se trata simplemente de una “mala letra” o de “disgrafía”.
Al hablar de disgrafía, se hace referencia a una marcada dificultad a la hora de escribir las letras ocasionada por problemas en la coordinación visomotora y/o en la segmentación del miembro superior. Se trata de una cuestión que afecta a la forma de las letras, no al contenido de las palabras (omisión de letras, confusiones, etc.), aunque en algunos casos se observa que conviven ambos aspectos, indica Millán.
La Disgrafía afecta a dos aspectos muy importantes de la escritura: la coordinación visomotora y la segmentación del miembro superior (brazo). Se caracteriza por algunos aspectos relevantes como la letra irregular, en especial las letras curvas (“o”, “a”, “d”…) y letras con ángulos (“M”, “N”, “L”…). Los niños que presentan disgrafía cometen un error muy común: convertir ángulos en zonas curvas (de forma que la “L” no contaría con el ángulo recto entre la línea horizontal y la vertical), y zonas curvas en ángulos rectos (pudiendo encontrar en letras como la “O” diferentes ángulos). Además, los problemas de segmentación indicados harán que en vez de “escribir con los dedos”, escriben con todo el brazo, con el antebrazo o la muñeca. Juan José Millán explica que es preciso valorar qué parte del miembro superior está escribiendo. Lo ideal, comenta el especialista, es lo que se denomina segmentación interfalángica, es decir, que a la hora de escribir solo se muevan los dedos para “guiar” al lápiz. “Hay que observar con detenimiento si los movimientos se producen a nivel interfalángico (movimiento de dedos), muñeca, antebrazo o brazo completo. En muchas ocasiones, aquí se encuentra uno de los principales problemas que generan disgrafía y “podemos observarlo y definirlo desde casa solo con mirar como escriben los hijos”.
Además, prosigue Millán, es importante tener una buena coordinación visomotora, es decir, “que nuestra mano haga lo que nuestro ojo le indica”. En definitiva, que exista una buena comunicación ojo-mano que permita presentar las grafías según las hemos visto y aprendido.
Área 44 cuenta con una entrada en su blog en la que explica detalladamente qué es la disgrafía y muestra ejemplos reales de letras disgráficas. Igualmente, en Instagram y en YouTube (@area44CP) ofrece vídeos explicativos y una gran cantidad de ejemplos sobre los errores más comunes y varias actividades para que los escolares dejen atrás su mala letra. Estos perfiles de YouTube y de Instagram son una referencia para todas las personas interesadas en cómo ayudar a sus hijos a nivel escolar.
En estos medios sociales se pueden encontrar ejemplos de lo que el psicopedagogo denomina como “las pistas de Oro para detectar una escritura con disgrafía”. Millán expone que además de cómo escribe cada escolar y de la valoración de la coordinación visomotora, que requiere de conocimientos más técnicos y de la aplicación de algunas pruebas, es preciso encontrar en la escritura algunos de los siguientes aspectos.
Oscilación de las palabras o letras
Pérdida de la línea horizontal y/o vertical. Una letra “t” cuya línea vertical se tumba hacia atrás o hacia delante o la palabra “casa” que cae hacia la línea inferior o asciende a la superior.
Líneas anómalas
Líneas rectas de una letra, por ejemplo la “L” en su palito vertical, que presenta varios trazos.
Superposición de letras
Según nos indica Millán, se observa cuando una letra se escribe encima de la letra anterior o de la siguiente total o parcialmente.
Soldadura de letras
Este aspecto se observa cuando parte de una letra sirve para completar a otra letra dentro de la misma palabra. Por ejemplo en la palabra “PANTALÓN”, la raya de la primera “A” se podría soldar con la “T”, o la segunda “A” con la “L”.
Saber donde está el error para encontrar la solución
Juan José Millán indica que es imprescindible realizar una valoración psicopedagógica de la letra y del escolar para saber si se trata de una disgrafía o de una mala letra que requiere de algunas estrategias. “Solucionar una mala letra es sencillo sabiendo dónde se encuentra el error que la está produciendo”. A partir de actividades con plastilina, pintura de dedos, pinzas, tareas manipulativas y algunos juegos, desde Área 44 Servicios Educativos ofrecen una solución rápida y muy eficaz para esta mala letra: “Desde que empezamos a trabajar como institución en el año 2006, hemos ayudado a cientos de escolares a escribir con una letra legible en muy poco tiempo. Este trabajo puede hacerse en domicilio, en nuestros centros y también online”. La riqueza de recursos digitales es enorme, indica el psicopedagogo, y “nos permite una experiencia realmente increíble para poner fin a la mala letra de forma online a cualquier edad”.