Son tres los nombres de los castigados. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no quería que Ángel Gabilondo repitiera como candidato a las elecciones anticipadas convocadas en la Comunidad de Madrid. La presidenta autonómica lo anunció en marzo. Y en las primeras semanas del bombazo soltado por Isabel Díaz Ayuso, el presidente del Ejecutivo tanteó a tres personas para que dieran el golpe de efecto en los comicios, pero todos le dijeron «no» porque intuían los resultados que obtendría el PSOE en esas fatídicas elecciones donde Más Madrid superó en votos (que no en escaños) a los socialistas. Pues bien, Sánchez tiene claro que ese rechazo triple debe tener castigo. Y ahora, el presidente se prepara para penalizar a los tres elegidos, que por orden son: la ministra de Defensa, Margarita Robles, la senadora Pilar Llop y el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes.
Al presidente le gusta que intimiden las llamadas desde Moncloa. Esa mezcla de miedo y admiración con la que algunos cogen el teléfono cuando saben que quien está al otro lado es algún asesor directo del presidente del Gobierno es la reacción favorita de Sánchez. Ahora bien, hubo tres personas que cuando recibieron en marzo esa llamada no solo dejaron a un lado el entusiasmo, sino que le dijeron «no» al autoconsiderado todopoderoso presidente. Y eso no ha quedado impune y en el PSOE todos dan por hecho que habrá consecuencias en su carrera política tanto para Robles, como para Llop como para Uribes. Son los señalados. «Al presidente no se le dice que no», detallan fuentes consultadas por MONCLOA.com.
La primera persona a la que llamó fue a la ministra de Defensa, Margarita Robles. Todos en el PSOE-M daban por hecho, no sin rechazo, que sería la magistrada la que recogería la vara de mando que dejaría Gabilondo. El problema fue que Robles solo estaba dispuesta a moverse del Ministerio de Defensa con garantías. Ella se idolatra a sí misma e idolatra su carrera profesional. Y solo dejaría el asiento en el Consejo de Ministros a cambio de algo con proyección. Para Robles, ir a la Comunidad de Madrid solo era una posibilidad viable siempre que fuera como presidenta. Y las encuestas y el tirón de Ayuso dejaban claro ya en marzo que eso no pasaría. Por tanto, cuando Sánchez llamó por teléfono a Robles para pedirle que su futuro político debía pasar por la Asamblea, la ministra le dijo que no. Y esto no ha sentado nada bien en Moncloa.
De momento, el presidente no quiere luz y taquígrafos con los movimientos internos. No quiere que se hable de crisis de Gobierno ni de venganzas personales a cuenta de cargos públicos. Y aún menos si se trata del Ministerio de Defensa. En cualquier caso, Robles sabe que su único mérito político fue el de quedarse junto a Sánchez cuando la expresidenta de Andalucía Susana Díaz le quiso echar de malas maneras y que desde que está n el Gobierno su relación con Sánchez no ha hecho más que ir a peor. De hecho, fuentes cercanas a la ministra aseguran que ella ya daba por hecho que no seguiría al frente de Defensa; no al menos desde el momento en el que el presidente tuviera la oportunidad de echarla sin que se levantaran sospechas.
Sobre el castigo, lo que apuntan las fuentes socialistas es que Sánchez puede que la expulse del Gobierno antes de tiempo. Los más optimistas consideran que la forma de entrometerse en asuntos que no le competen, como pudo ser la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), podrían hacer que Robles dejara el ministerio este otoño. Pero los más moderados auguran que Sánchez la aguantará hasta 2023. En cualquier caso, el «no» a Sánchez le pasará factura.
La segunda castigada es Pilar Llop. A ella también le cayó encima de la mesa la propuesta para liderar el PSOE en su momento más oscuro. Pero la senadora, que sí contaba con mucho apoyo interno en el partido en Madrid, se negó a participar en esta pantomima electoral dado que sabía que la formación obtendría muy malos resultados en los comicios autonómicos. Este «no» todavía no le ha pasado toda la factura que se esperaba desde su entorno político dado que le han dejado a Llop su posición en el Senado. Sin embargo, las fuentes cercanas a la dirigente están convencidas de que esta calma es solo la que precede a la tempestad. Que disfrute el cargo lo que pueda.
URIBES, EL ELEGIDO PARA RENOVAR EL PSOE-M
Ante la negativa de estas dos personas de confianza del presidente (o eso creía él), Sánchez quiso tantear otro golpe de efecto al más puro estilo de Salvador Illa. Su idea era que algún ministro descendiera de la ciudad plateada que es el Gobierno para apoyar una candidatura crucial para el PSOE. El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, era perfecto para renovar el PSOE de Madrid y para dar un golpe sobre la mesa en la comunidad de la capital, por no hablar de que su perfil es similar al de Gabilondo. Sin embargo, Uribes se sumó a Robles y también le dijo que «no» a Sánchez, algo inaudito para el presidente del Ejecutivo.
Con el «no» de Uribes, Sánchez puso a su jefe de Gabinete a funcionar y a elaborar una estrategia publicitaria que le diera el suficiente impulso como para dar opciones a Gabilondo. Se empezó por llamar «soso» al candidato, algo que se pensó que daría un giro a las encuestas. Pero lo cierto es que la campaña electoral no funcionó como se esperaba, mientras que a quien sí le funcionó del todo fue a Más Madrid, que consiguió más votos. Pero volviendo al castigo de Uribes, desde el PSOE se espera que le pase lo mismo que a Robles. Se da por hecho que Uribes no seguirá al frente de Cultura tan pronto como Sánchez pueda echarle sin levantar demasiadas sospechas. Sin embargo, respecto a Uribes, el presidente del Ejecutivo se guarda el as en la manga de poder colocarle como el nuevo José Manuel Franco para liderar el PSOE de Madrid.