Hay un choque interno que está generando inestabilidad en la cúpula del Ejecutivo. El jefe de gabinete de la Presidencia del Gobierno, Iván Redondo, y la vicepresidenta Carmen Calvo mantienen una guerra fría interna que socava la dirección y la toma de decisiones del sanedrín socialista. La crisis de Gobierno que se avecina para finales de verano está dirigida directamente por el hombre de confianza del Ejecutivo y éste quiere echar de la primera línea de la política a Calvo. El problema es que la vicepresidenta se ha hecho fuerte y mantiene un incómodo pulso en el Ejecutivo que saca de quicio a Sánchez y a los suyos. Pero desde Ferraz todos tienen claro quién ganará esta pugna.
Es un cruce de lealtades y traiciones que ha convertido la cúpula socialista en una telenovela turca. El gran problema es que la tensa relación que mantienen Calvo y Redondo poco tiene que ver con Sánchez. La vicepresidenta hace méritos por contentar al presidente en todo momento y éste le ha dado espaldarazos como el hecho de gestionar en exclusividad los fondos europeos que llegarán para combatir las estragos económicos y sanitarios causados por el coronavirus. De hecho, mientras que Redondo suspira por echar a Carmen Calvo de la primera línea política, Sánchez les obliga a trabajar juntos en un gabinete que pretende gestionar la gran baza electoral del presidente del Gobierno.
El comité personal de Sánchez que vigilará los fondos lo compondrán Redondo y Calvo mientras ambos se enfrentan en una guerra fría que incomoda a todos. Aún así, Redondo no da puntada sin hilo y desde Ferraz entienden que la crisis de Gobierno que se avecina será gestionada íntegramente por el jefe de gabinete del presidente. Y puede que a Calvo le caiga algún que otro aviso enmarcado en el fuego amigo.
Estos choques internos entre Calvo y Redondo se han recrudecido en la etapa final de la pandemia. De hecho, una de las cuestiones que puso en relieve la mala relación de estos dos personas de confianza ha sido el caso Fernando Simón, donde a pesar de estar de acuerdo en el fondo, ambos tuvieron una guerra de poder que dejó de manifiesto que Redondo es quien manda, y no Calvo. Tanto el jefe de gabinete del presidente como el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Oliver, así como el director de Comunicación de Sanidad estaban de acuerdo con reducir las comparecencias de director desde 2012 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, esta decisión no se tomó hasta que Calvo insistó sobremanera en cortar la imagen de Simón por el bien del partido. El fondo lo compartían, pero las formas de la vicepresidenta contribuyeron a abonar esta tensa relación.
Las tornas han cambiado y ahora el PSOE tiene una ardua tarea por delante que debe emprender Redondo
Son luchas de poder y de eficiencia. Redondo entiende que el PSOE tiene que afrontar una campaña electoral bien larga, de dos años, después de la victoria del Partido Popular en la Comunidad de Madrid. Las tornas han cambiado y ahora el PSOE tiene una ardua tarea por delante que debe emprender Redondo. La crisis de Gobierno es el punto de partida para esta larga campaña electoral y el jefe de gabinete de Sánchez la quiere aprovechar para quitarse a una aliada incómoda por sus salidas de tono y porque le genera problemas a la hora de aglutinar el poder de gestión interna en el Gobierno. Calvo patalea por cada medida que se toma y cuando sale ante las cámaras no ayuda demasiado cuando dice que el tema no es si hay que planchar o no de madrugada sino quién plancha. Lo peligroso es que Redondo cuenta con el apoyo de muchos para acabar con la carrera política de Calvo y lo dará todo este verano para apartarla.
Calvo se ganó los galones no necesariamente por trabajo, sino por lealtad. Mientras que Redondo ha convertido el Gobierno de Sánchez en una agencia de marketing que ha mantenido a los socialistas en la cresta de la ola durante la pandemia, según las encuestas, Calvo solo es vicepresidenta porque mantiene una lealtad exacerbada hacia el presidente. Esta es la clave que ha llevado a muchos a sentarse en el Consejo de Ministros y que Calvo tiene bien depurada. Sin embargo, sus salidas de tono han sacado de quicio a Redondo y ahora está en el punto de mira del jefe de gabinete.
Estos problemas nacen porque la vicepresidenta se ha inmiscuido en asuntos que, a juicio de Redondo, competen al jefe de gabinete de la Presidencia. La forma de entrometerse de la vicepresidenta en temas internos y en temas de gestión ha vuelto a Redondo en su contra. «Mal enemigo», suspiran algunas fuentes del PSOE. Que no mantienen una relación buena es un secreto a voces en Ferraz. Ahora habrá que ver si Calvo sobrevive con su «peloteo» institucional al presidente o si Redondo logra convencer al líder socialista de apartarla de cara a esta segunda tanda de la legislatura. La nueva batalla serán los nombres de los nuevos ministros.