Las elecciones a la Comunidad de Madrid han impulsado a la diputada Mónica García, pero han dejado claro que la izquierda ha votado candidatos y no siglas. Rita Maestre, la líder (a ratos) de la oposición en la capital, perdería hasta ocho concejales si se extrapolan los resultados obtenidos en la ciudad de Madrid. Estos datos han hecho saltar las alarmas en un partido en crisis y ya son muchas las voces que claman por echar a Rita Maestre de Más Madrid cuanto antes. Si Mónica García, con el tirón que le ha caracterizado, ha perdido votos en la capital hasta el punto de que se perderían ocho concejales, «imagínate lo que pasaría con Rita», se preguntan. Para un grupo importante del partido es fundamental encarrilar este impulso y hacer de las siglas que arrancaron con la exalcaldesa Manuela Carmena una formación que pueda plantar cara a un intratable José Luis Martínez Almeida lejos de los personalismos y de la dictadura «chupipandi» de Maestre.
La lectura no es que Más Madrid perdería ocho concejales. Desde el partido asumen que si Rita Maestre es la candidata, perderían mucho más porque su imagen electoral es más próxima al todos, todas y todes que al porte de Mónica o de Carmena. Almeida se colocaría a un concejal de la mayoría absoluta y esto hace ver que o la izquierda se organiza o el alcalde arrasará pase lo que pase. El problema es Rita, algo que asumen desde Más Madrid sin dudas. Mónica García ha dejado claro que el ‘sorpasso’ al PSOE es posible y que arrebatar votos a Podemos también. El único problema es que esto va de candidatos, no de programa ni de siglas.
La duda es cómo echar a una candidata que parece haberse pasado por Leroy Merlin para comprar buena tornillería para apalancarse en el asiento
La gran duda que reflejan desde el partido es cómo echar a una candidata que parece haberse pasado por Leroy Merlin para comprar buena tornillería para apalancarse en el asiento y que le gusta más mandar que incluso saltarse los plenos para ir a la habitación con picoteo para charlar con sus amigas. A esto hay que añadirle que el propio Íñigo Errejón tampoco se ha tomado en serio el presentar candidatos decentes. Con Mónica acertó, pero no fue necesariamente decisión suya, ya que el número dos de Más Madrid en la Comunidad de Madrid, Pablo Gómez Perpinyá, que sí es del ala errejonista no es precisamente un diputado que despierte pasiones (ni que tenga una preparación dilatada).
La «chupidictadura» se basa en presiones a todos y en una especie de omnipresencia que eclipsa a quienes quieren trabajar. Son un grupo importante de concejales que viven de lo público y que no se plantean ni por asomo prepararse un perfil de InfoJobs o de LinkedIn. A Jorge García Castaño le daría un susto importante el saber que rompería su racha de décadas chupando del dinero de todos; y esto hace que los seguidores de Rita cumplan a rajatabla los designios que impone la «chupidictadora» y que incluso frenen cualquier debate sobre el cambio de candidato.
El problema es sencillo. Si se cambia de candidato o candidata, llegarían los miedos y las tensiones porque se cambiarían muchos nombres en las listas. ¿Dónde iría Jorge García Castaño? Si es alguien trabajador/a, muy probablemente eche del partido a quienes poco han aportado a las siglas. Y esto genera una tensión que poco gusta a los que ya están en la maquinaria de la administración pública. No es que vayan todos a una junto a Rita Maestre por pasión por ella o por sus (presuntas) ideas, sino que no quieren cambios de candidatura para evitar que les arrebaten su puesto de privilegio en las listas. El problema es que Rita motiva tan poco a su electorado que ya puede que no tengan asiento en el Ayuntamiento ni los que ahora se han sumado a los fieles a la candidata «venenosa». Y claro, los problemas llegan con fuerza.
Errejón se meterá, como siempre, al igual que hizo imponiendo de número dos al gris Gómez Perpinyá, pero si el clamor popular es suficientemente grande, Rita correrá peligro. Al menos su candidatura. Son muchos los que ya quieren un giro de guion. Las expectativas que ofrece Maestre en el Ayuntamiento de Madrid ante un Almeida fuerte y un PSOE que se renovará casi con total seguridad antes de las elecciones de 2023 ha llevado a algunos antiguos defensores de Maestre a pensar que es buena opción romper con la «chupidictadura». No se querían cambios por mantener a los García Castaños con su sueldo público, pero ahora el riesgo es que nadie pueda acceder al dinero de todos para vivir.
Quedan dos años, pero todos se muestran convencidos de que Rita no será capaz de dar un giro de 180 grados a la tendencia. Ni siquiera el efecto Mónica podrá ayudar a que Maestre mejore sus resultados. Con todas estas cartas sobre la mesa, los apoyos a la candidata de Más Madrid se desmoronan por momentos y se abre la puerta a que es mejor arriesgarse a que un candidato nuevo cambie algunos nombres de las listas antes que enfilar el un barranco.