Desde el PSOE de Madrid lo tienen claro. Irene Lozano les ha venido impuesta desde arriba. Nadie tiene muy claro a qué ha venido esta mujer a la política madrileña, pero sí que su objetivo principal es «vivir» de lo público el resto de su vida. Entró en el Congreso como diputada de la mano de Pedro Sánchez y desde entonces el líder socialista no ha dejado de premiarla con puestos intermedios que no tienen un salario inferior a los 70.000 euros brutos anuales. Ella estudió lingüística, pero su principal aval para seguir ocupando puestos importantes es que se mantuvo fiel a Pedro Sánchez en sus horas más bajas y que tiene una estrecha relación con el presidente del Gobierno y los libros que ha escrito. Ya sea la tesis o Manual de resistencia.
«Este libro es fruto de largas horas de conversación con Irene Lozano, escritora, pensadora, política y amiga. Ella les dio forma literaria a las grabaciones, prestándome una ayuda decisiva. Sirvan estas líneas de agradecimiento». En cualquier caso, Lozano le dio esa «forma literaria» al libro de Sánchez en el que presume de ser resiliente. Debe confiar mucho en ella dado que le permitió escribir parte de su libro y lo confirmó poco después de que estallara el escándalo de la tesis doctoral del presidente del Gobierno. Esa titulada La nueva diplomacia económica española (Delta, 2013) que fue acusada de estar formada con algún que otro corta y pega. Pero en cualquier caso, esa confianza ha llevado a Lozano a ocupar, siendo lingüista, puestos que poco tienen que ver con su preparación académica o laboral.
Lozano, la lingüista, ha pasado ya por ser presidenta del Consejo Superior de Deportes a ser secretaria de Estado de la España Global
El origen de Lozano es UPyD, pero Sánchez la rescató para llevar a las elecciones de la Comunidad de Madrid y ahora la ha rescatado solo porque tiene que revalidar su puesto en la administración de alguna manera. El presidente del Gobierno la ha puesto de número cinco para asegurarse de que su chica de confianza tenga un puesto de diputada como mínimo y siga embolsándose un buen salario público. ¿A dónde volvería si dejara la administración? Se pregunta más de uno en el PSOE de Madrid. Lozano, la lingüista, ha pasado ya por ser presidenta del Consejo Superior de Deportes a ser secretaria de Estado de la España Global. En este caso se podría tirar de refranero español para expresar qué tiene que ver estudiar en la Universidad Complutense una carrera como es Lingüística con el Consejo Superior de Deportes.
Hay malestar (y mucho) en el PSOE por las imposiciones de Ferraz en sus lista. Esto ha desplazado a muchos diputados solo por capricho de Sánchez y ha llevado a personajes como Lozano o Hana Jalloul a los primeros puestos de las listas electorales sin justificación alguna. Lozano rara vez va a atraer voto socialista. Y el resto de las imposiciones más de lo mismo. Incluso los fichajes «estrella» aburren, como es el caso del anuncio de que la ministra de Industria, María Reyes Maroto, ejercerá de vicepresidenta su Ángel Gabilondo arrebata la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso. Pues bien, en este contexto, una de esas imposiciones que vienen a controlar qué se mueve y qué se dice en el recreo es Lozano.
Su labor todos la tienen clara. Hana Jalloul es la jefa de una unidad destinada a controlar el PSOE de Madrid y a convertirlo en «sanchista». El líder socialista ha lanzado una ofensiva en todos los departamentos y en todos los territorios provinciales y autonómicos para asegurarse de que no hay fisuras en el apoyo al líder. Lozano y Jalloul son las comisarias políticas que Sánchez e Iván Redondo han impuesto en Madrid para controlar que no se desmadre y que el partido hará lo que la directiva quiera en todo momento. Si le dejó escribir parte de su libro, qué no le dejará hacer a Lozano.
Desde el PSOE dicen que Sánchez efectivamente tiene una «extraña obsesión» con Irene Lozano. Otras fuentes aseguran que Lozano tiene información que podría dejar muy tocado al presidente y que por eso sobrevive en la administración pública con todo lujo. Esas mismas fuentes apuntan a la polémica tesis doctoral del presidente, pero no se mojan a la hora de afirmar nada. En cualquier caso, lo cierto es que Lozano dio en el clavo al serle fiel al presidente y de momento goza de un salario más que decente en la administración pública y de una vida digna de un alto funcionario.
Lozano no goza de la simpatía de la mayoría de los diputados. Tampoco la odian, pero sí que se ha ganado dudas varias debido a que saben que ella ha ascendido por serle fiel al líder y por esa peculiar obsesión que Sánchez mantiene con ella. No la quiere soltar de la administración y quiere tenerla controlada en todo momento. Da igual dónde. Ya sea como secretaria de Estado de la España Global, como presidenta del Consejo Superior de Deportes, como diputada en el Congreso o como representante en al Asamblea de Madrid. El caso es que cobre dinero público y que no se rebote contra la directiva socialista.