Hay una razón fundamental y básica por la cual Inés Arrimadas, la presidenta de Ciudadanos, ha decidido apartar tanto al exvicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, como al exconsejero de Transportes, Ángel Garrido, de la carrera para encabezar la lista naranja a las elecciones autonómicas del 4 de mayo. Al principio parecía que Aguado sería el elegido mientras otros decían que Garrido ya estaba afilando los cuchillos. Pero en medio de tanta expectativa, Arrimadas ha impuesto a su número dos, Edmundo Bal, en las listas madrileñas convirtiendo las esperanzas de los otros dos pesos pesados de la formación en un coitus interruptus. Fuentes de Ciudadanos han asegurado a MONCLOA.COM de que la única razón que ha llevado a Arrimadas a apartar a Aguado y a Garrido es la mala relación personal que ambos mantienen con Ayuso. Uno porque le ha ignorado durante toda la legislatura. Y el otro porque su trato íntimo en el pasado con la presidenta autonómica ha desembocado en otra mala relación personal que podría condicionar las posibilidades de pactos de Ciudadanos en el futuro. Vamos, que Arrimadas teme que si hubiera puesto a Aguado o a Garrido como candidatos, no tendrían la capacidad de pactar con el PP por su odio personal a Ayuso.
No fue una decisión fácil. De hecho, Arrimadas contaba con Garrido para la moción de censura en caso de que se hubiera presentado a tiempo en la Asamblea. Mientras sopesaba si contar con el entonces consejero de Transportes para encabezar la lista para las elecciones que frustraron su intento de desbancar a Ayuso del poder, algunos opinaban que dejar a Aguado no era tan mala opción, una vez con las elecciones anticipadas sobre la mesa. Con todo esto, Arrimadas sopesó, valoró y estuvo a punto de dejar que alguno de estos dos dirigentes naranjas tomaran el mando de las listas en la Comunidad de Madrid, pero a última hora algo frenó a la presidenta de Ciudadanos y la hizo recular e imponer a su número dos como el cabeza de lista ideal.
Edmundo no traería más entusiasmo ni habría un efecto Bal que pudiera aumentar considerablemente las posibilidades de Ciudadanos. Al menos no más que Garrido o Aguado. La única diferencia entre Bal y Aguado o Garrido era que el número dos de Ciudadanos tenía cintura para pactar tanto a derechas como a izquierdas, a diferencia de los otros pretendientes. La información que ha llevado a Arrimadas a apartar a Garrido y a Aguado de la carrera por encabezar las listas en la Comunidad de Madrid llegó a última hora, pero fue decisiva.
Aguado odia a Ayuso y eso haría imposible que el dirigente naranja apoyara un gobierno del PP
Tanto Aguado como Garrido tienen una pésima relación con Ayuso. Una mala relación personal. Se odian. El caso del exvicepresidente autonómico tiene que ver con cómo Ayuso le ha ignorado sistemáticamente en el Ejecutivo con cada decisión. Esto no es nuevo, lo hizo desde la pandemia y las diferencias se filtraron a los medios de comunicación en más de una ocasión. Y la decisión de Ayuso de convocar elecciones autonómicas antes de tiempo frustrando los planes hipotéticos de Ciudadanos de presentar una moción de censura ha sido el remate a una relación que estaba pendiendo de un hilo. Ahora Aguado odia a Ayuso y eso haría imposible que el dirigente naranja, a quien Arrimadas ha elevado al consejo directivo del partido, apoyara un gobierno del PP siempre que la llave de gobierno la tuviera a Aguado.
Pero el caso más llamativo es el del exconsejero de Transportes, quien también tiene una mala relación con Ayuso pero no precisamente por sus choques políticos, sino por los personales. Garrido y la presidenta autonómica tuvieron una tormentosa relación en el pasado, algo que ahora se nota y ha repercutido a nivel político en las decisiones de Arrimadas. A la presidenta de Ciudadanos no le preocupa lo más mínimo qué ocurriera en el pasado entre estos dos personajes, pero sí que Garrido y Ayuso no tengan la capacidad de sentarse y llegar a un acuerdo en caso de que el Partido Popular necesitara a Ciudadanos para formar gobierno en la Comunidad de Madrid. Arrimadas quiere cintura, y Garrido tampoco se la podía dar.
La decisión ha sido relativamente repentina. Pero el problema era que poner a Garrido o a Aguado como candidatos garantizaba que el candidato socialista Ángel Gabilondo sería presidente en caso de que Ciudadanos obtuviera un puñado de diputados que diera la llave de Gobierno a los naranjas. Arrimadas no quería eso y tras tomar la decisión, Garrido se ha visto fuera de juego y ha asegurado que saldrá de la política tan pronto se celebren las elecciones del 4 de mayo.
Que el consejero de Transportes haya dejado la política significa que ha asimilado que no llegará a nada en un partido por el que apostó y que de momento se hunde en la miseria electoral. Tras darse cuenta que no habría ni moción ni candidatura a las elecciones de la Comunidad, Garrido ha tenido claro que ha acabado su etapa política.
«Reconozco mi incapacidad de adaptación a este nuevo escenario, lo que no es culpa de la política, sino mía. El otro gran agente de la política actual es eso que denominamos ‘polarización’, un eufemismo para blanquear lo que no es otra cosa que política de bloques, radicalismo y en buena medida crispación”, aseguró el exconsejero cuando anunció que abandonaría la política tras el 4 de mayo. “Para alguien como yo, que siempre ha militado en el espacio del centro, sinceramente es el peor escenario que se pueda plantear”, insistió el consejero de Transportes.
MALAS DECISIONES
El exconsejero de Transportes ha tenido una trayectoria similar a la de una montaña rusa. Ángel Garrido tenía mucha proyección, o al menos es lo que él creía. Desde que fue presidente de la Comunidad de Madrid, su desarrollo político ha ido de culo y y cuesta abajo. De ahí, dio el salto a Ciudadanos con la esperanza de que la formación naranja creciera y se comiera al PP. Una vez bajo el ala de Albert Rivera, consiguió ser consejero de Transportes de la mano de Ignacio Aguado e Isabel Díaz Ayuso y ahora, cuando pretendía dar el salto y liderar el partido en la Comunidad de Madrid, la nueva presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, le impone a su número dos como candidato y le deja en un segundo plano y con riesgo de no ser ni diputado, dadas las encuestas electorales. Ahora, ante la imposibilidad de llegar a nada más que entrar en las listas del partido, Garrido ha decidido abandonar la política y salir por la puerta de atrás.
Desde Ciudadanos nadie era ajeno a las pretensiones y a la ambición de Garrido. El problema es que la trayectoria del partido no ha acompañado a los planes del exconsejero de Transportes. Fuentes de la formación naranja aseguran que desde el momento en el que dejó la presidencia de la Comunidad de Madrid y se fue a Ciudadanos, siempre quiso ser el candidato y tener un puesto relevante en el partido. El problema es que cuando vio la oportunidad de atacar, ya era tarde. Según estas fuentes, el punto de inflexión fue el momento en el que Garrido fichó como jefe de prensa a un redactor jefe de El Mundo. Ahí, todos tuvieron claro que Aguado iba a por Garrido. Pero en cuestión de meses se le han ido todos sus planes a la basura.