El colegio de los carmelitas descalzos de San Juan de la Cruz de Medina del Campo (Valladolid) ha recibido en menos de ocho meses dos denuncias contra el profesor laico A.F.H., de 32 años y director también del coro del colegio, Escolanía Stella Maris, por abusar sexualmente de dos menores, uno a mediados de 2020 y otro entre 2014 y 2017 cuando era cuidador en el seminario del mismo centro. El docente ya no da clase en el colegio.
Según publica El País en su edición de este miércoles, 24 de marzo, las primeras acusaciones tuvieron lugar en julio del año pasado y los hechos, que A.F.H. niega haber cometido, están en proceso de instrucción.
En este caso, el primer menor manifestó que el profesor, su tutor e instructor en el coro, había abusado de él hasta en dos ocasiones durante el confinamiento. Los padres acudieron al centro y este comunicó el caso a la Fiscalía. Días más tarde, la policía detuvo al acusado y lo puso a disposición judicial y fue puesto en libertad.
Después, avanza El País en esta información, el pasado mes de febrero, la Policía descubrió un segundo caso tras arrestar a un joven, precisamente por vender joyas del acusado, que luego denunció haber sufrido abusos del mismo docente desde 2014 a 2017, cuando era alumno en el seminario del centro.
El informe pericial psicológico, encargado por la acusación y realizado en septiembre de 2020, considera «creíble» las declaraciones del menor y señala que la documentación aportada, en concreto la captura de las conversaciones y contenido de los mensajes entre docente y alumno, apoyan «la solidez del relato emitido» por el niño. Del mismo modo, el documento señala que, durante las entrevistas psicológicas con el pequeño y sus padres, no se han detectado motivaciones «para realizar una falsa acusación, ni por parte del menor ni de sus allegados».
Las agresiones sexuales que recoge la primera denuncia comenzaron en junio del año pasado en el pueblo donde residen los abuelos paternos del menor (El Campillo, Valladolid). El docente se desplazó hasta allí para darle un regalo de cumpleaños al pequeño, de 10 años, y presuntamente le convenció para que subiera a su coche. Dentro del vehículo, A.F.H. supuestamente abusó de él.
El segundo episodio ocurrió el 22 de junio en la casa del acusado, durante un encuentro de fin de curso al que fueron varios alumnos con sus padres. El acusado presionó, según la versión de la víctima, para que fuera una hora antes. En ese lapso, el docente condujo al menor a una habitación y le agredió sexualmente.
Los padres también han denunciado a A.F.H. por un delito continuado de grooming infantil, técnica de acoso y abuso por Internet comúnmente utilizada por pederastas. El acusado, cuando comenzó el estado de alarma, se escudaba en su trabajo como profesor para hablar con el alumno vía WhatsApp (y no por la plataforma oficial de la que disponía el colegio).
Poco después, los padres afirman que comenzaron a notar que su hijo se comportaba de una forma extraña a la habitual, menos afectiva y más introvertida. La madre preguntó al acusado si él apreciaba lo mismo y le confesó que estaba pensando en llevar a su hijo a un psicólogo. A F. H. se lo desaconsejó y se ofreció a apoyar emocionalmente al pequeño. La madre accedió y el profesor comenzó a hablar más a menudo con el menor por teléfono.
Los padres, alarmados por las «constantes» llamadas y mensajes del profesor -algunas a medianoche- añade la información, le advirtieron de que se limitase a hablar con su hijo durante el horario escolar y por la plataforma de la que disponía el colegio.
El menor, según se desprende de su declaración, sufrió presiones de A.F.H. para que no contase nada de los abusos, para que siguiera en contacto con él y para que evitase que sus padres fueran a hablar con el centro. El menor, arrinconado, comunicó a la pareja de su padre el acoso que sufría y las agresiones sexuales.
Los padres visitaron al director del colegio, prior de los carmelitas en la localidad y presidente de la Conferencia Española de Religiosos de Valladolid, Francisco Sánchez Oreja. En su despacho, aseveran los progenitores, les confesó que ya se había reunido con A.F.H. para «darle un toque de atención porque tenía un comportamiento demasiado afectuoso con los menores».