Cuando hace unos años el que sería presidente del Partido Popular, Pablo Casado, acudía a la presentación de un libro, lo tuvo claro. Un periodista que andaba por ahí le preguntó que quién era la persona de su máxima confianza y Casado ni lo dudó: Teodoro García Egea, actual secretario general del PP. El líder popular definió a quien ahora es su número dos como una persona de su «máxima confianza», además de alguien «inteligentísimo». Ahora, con Teodoro a los mandos del equipo de fontanería del Partido Popular, parece que esa lealtad y esa perspicacia han salido a la luz con la operación en Murcia. Teodoro no solo ha abortado el plan del PSOE y de Ciudadanos de arruinar los mandatos populares en algunas comunidades autónomas, como Murcia, sino que de rebote ha conseguido abocar a la formación naranja a la desaparición. Un golpe maestro que reconocen hasta los díscolos con la cúpula del PP.
Mientras la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas, y el secretario de Organización del PSOE se reunían en secreto para tramar un golpe maestro al PP, Teodoro García Egea preparaba su contraofensiva. La formación naranja había decidido desligarse de la derecha política y abrazar el socialismo sanchista para tener alguna que otra opción de meter mano en decisiones de Estado. Como muestra de buena fe, Arrimadas accedió a presentar algunas mociones de censura en cuatro comunidades autónomas (Murcia, Andalucía, Castilla y León y Madrid) para desbancar a los populares del poder. Solo que lo que ignoraba Arrimadas era que desde el PP sabían muy bien cómo contrarrestar el ataque que había urdido la presidenta de Ciudadanos con los socialistas.
Arrimadas lo intentó, presentó la moción en Murcia y empezaron todos los problemas. El Partido Popular, de la mano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, convocó elecciones anticipadas en su autonomía para abortar el intento de asalto y Teodoro se puso manos a la obra para contrarrestar el golpe en Murcia. Y aquí empezó su gran labor desde las sombras.
Ciudadanos veía cómo su plan se iba al traste, pero al menos le quedaba el premio de consolación de Murcia, donde los números daban a priori para que triunfara la moción y al menos conseguir el gol de la honra. Sin embargo, Teodoro García Egea puso en marcha toda su maquinaria en la fontanería del partido para que no solo se mantuvieran en el poder, sino que rompieran Ciudadanos en la región desde dentro, generando una brecha insalvable motivada por la ruptura de tres diputados que votaron en contra de la moción de censura. Mérito de Teodoro.
El PP fue capaz de seducir a tres diputados nombrados consejeros en Murcia que poco después de anunciar que votarían en contra de la moción fueron expulsados por Arrimadas. Ciudadanos reaccionó, pero no pudo evitar el fracaso de la única moción de censura que podía haber logrado los objetivos que se esperaban desde el partido. Dentro de la estrategia de Teodoro García Egea de ofrecer cobijo a los dirigentes de Ciudadanos que traicionen a su partido, el PP fue capaz de convencer a tres concejales para romper con su propia formación. Y la rabia de los socialista y de los naranjas no se dejó esperar.
El ministro de Transportes calificó este acto como «venta de esclavos», o al menos lo comparó. Desde Ciudadanos no tardaron mucho en comunicarles su expulsión inmediata. Y entre tanto, Teodoro se fumaba un puro con los suyos celebrando el éxito de su gestión, que además, como beneficio colateral, dejó un gobierno de Murcia completamente fiel a su líder mientras veía cómo este pequeño gesto había conseguido poner a todo un partido nacional contra la espada y la pared.
UNA LABOR EN LA SOMBRA
El trabajo de Teodoro no es el más agradecido. Desde la secretaría del PP lo que tiene que hacer es estructurar el partido desde dentro en un contexto en el que hay muchos díscolos populares que no comulgan con el actual núcleo duro del Partido Popular. Y precisamente debido a esto, la labor de Teodoro está levantando más asperezas de las que le gustaría al propio Casado.
La operación en Murcia no está aislada. Teodoro García Egea lleva tiempo manteniendo conversaciones con las delegaciones municipales y autonómicas del PP para asegurarse de que la telaraña política del partido a nivel nacional sea fiel a Casado y no comulgue con esas conjuras internas que buscan traer al PP al presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoo.
Teodoro está haciendo una labor compleja, pero no parece dar puntada sin hilo a la hora de prepararse un PP fiel y «casadista» a pesar de que haya muchas críticas internas. El problema de colocar a gente afín es que antes tienes que apartar a militantes que no lo son; y claro, esto ha generado más de una crítica interna tanto para Casado como para el rodillo de Teodoro. Pero de momento, los planes han salido bien. Demasiado bien, quizás.
El valor de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, la chapucera estrategia de Inés Arrimadas y la exitosa fontanería de Teodoro han dejado un escenario muy proclive a Casado. En primer lugar, Ciudadanos coquetea con la desaparición política y Arrimadas estaría pidiendo, según fuentes consultadas, reincorporarse a su antiguo puesto, dejando al PP todo el centro derecha como potencial electorado de su partido; y segundo, Teodoro ha aprovechado la coyuntura planteada por Ciudadanos para reforzar la fidelidad de las delegaciones territoriales. Todo un éxito para la administración de Casado en un momento crucial, dado que el golpe recibido el 14 de febrero en Cataluña dejó al PP muy tocado.