El secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, no ha parado la maquinaria del rodillo murciano en ningún momento. Ahora, su puño de hierro tiene un nuevo objetivo: acabar con la influencia del eterno Javier Arenas y colocar en el PP de Sevilla a un perfil afín a la cúpula popular (que de momento es el de Virginia Pérez). Arenas es de la vieja escuela. Pero de la antigua, no de la anterior del expresidente Mariano Rajoy. Y puesto que el presidente del PP, Pablo Casado, se ha propuesto romper con el pasado, una reliquia emérita como la de Arenas no tiene cabida en el nuevo partido urdido por las grises nuevas generaciones. En base a esto y a que está por celebrarse el congreso provincial de Sevilla, Teodoro se ha propuesto como reto personal eliminar a Arenas y su influencia para depurar la estructura provincial del partido.
Arenas tenía hasta un guiñol en ese popular programa en Canal+. Desde Génova entienden que dentro de esa estrategia que pasa por romper con el pasado entra el apartar a cualquier resquicio del PP del expresidente del Gobierno José María Aznar. Y si se vende la sede de Génova, con ella se deben entregar todos los relicarios, como el que representa Arenas. El problema ha estallado en el momento en el que Casado y Teodoro se han percatado de que Javier Arenas, ahora senador, ha intentado maniobrar junto al presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, para colocar a un candidato llamado Juan Ávila al frente del PP de Sevilla cuando los planes de la aislada cúpula popular pasan por colocar en todas las delegaciones provinciales a personas afines y leales a Casado y a Teodoro.
Los cuchillos se han afilado tanto que incluso ha tenido que intervenir el PP nacional para calmar los ánimos. Por el momento, el candidato de Arenas y Moreno ha presentado un escrito a la comisión organizadora del XV congreso provincial en el que acusa indirectamente a Virginia Pérez, la candidata de Casado y Teodoro, de haber cometido irregularidades para conseguir los 3.000 avales que ha presentado, que son el doble de los presentados por el candidato insuflado por Arenas.
El problema es que Javier es tan de la vieja escuela que sale en los papeles de Bárcenas; hasta el punto de que el propio y mencionado extesorero Luis Bárcenas ha asegurado que Arenas recibió sobresueldos en sobres. Y claro, Casado y Teodoro quieren quitarse ese problema cuanto antes. De momento, el dirigente popular estaba en el cementerio de elefantes que es el Senado para cobrar su sueldo público por los servicios prestados. Pero ahora la cúpula de Génova quiere dejarle fuera. Y más si Arenas intenta maniobrar para tener influencia en el partido en contra de los intereses del presidente popular.
Aún así, aunque Virginia cuente con el apoyo del mismo Casado, ya afrontó la sombra de duda de presuntas irregularidades en otras ocasiones, especialmente cuando se enfrentó en unas primarias contra el presidente del PP. El rival ha solicitado que «cada uno de los avales depositados por la precandidatura de Virginia Pérez» se investiguen. Pero lo que esconde esta rivalidad entre Ávila y Pérez no es otra que la intención de Casado de controlar el PP a todos los niveles, también el provincial, y de evitar que los populares anclados en el pasado tengan voz y voto a la hora de urdir la nueva maraña de presidentes provinciales del PP.
De momento, Teodoro ha optado por intentar cortar todo tipo de influencia de Arenas para aislarle y después tumbarle como senador. El peso de este dirigente popular de la etapa de Aznar que ha sobrevivido a varios líderes es enorme aún y tiene la confianza del presidente andaluz. Aún así, desde Génova deslizan que para las próximas elecciones Javier Arenas no irá en las listas casi con toda seguridad.
El rodillo de Teodoro ha funcionado de maravilla hasta ahora dejando a su paso muchos enemigos. Sin embargo, a García Egea no le es fácil tumbar a los pesos pesados del partido, como es el superviviente y eterno Javier Arenas. De momento, desde el PP explican que la estrategia no buscará un enfrentamiento directo con el senador, sino que dejarán que caiga con el paso del tiempo y no renovarán su candidatura. El problema es que Arenas se huele la tostada y quiere aumentar su influencia todo lo que pueda para hacerse fuerte y seguir viviendo del partido al que ha pertenecido prácticamente toda su vida.
A todo esto hay que añadir un daño colateral que no es otro que el de Juan Manuel Moreno Bonilla. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, el presidente andaluz sabe que es muy difícil que Casado le aparte como candidato a las elecciones autonómicas, pero su gesto con y la forma que ha tenido de apoyarle Ávila unido a la forma que ha tenido de enfrentarse a la candidata al PP de Sevilla que cuenta con el apoyo total de la cúpula del partido ha erosionado aún más la relación que tenía con Casado.