El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, está en la puerta de salida. Estaba blanco cuando se enteró de que su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, había convocado elecciones autonómicas a sus espaldas. El consejero de Transportes, Ángel Garrido, sí que lo sabía. De hecho, era el candidato elegido por Inés Arrimadas para la moción de censura que Ayuso abortó con su decisión de convocar comicios autonómicos. Esta decisión, salgan o no las elecciones adelante, lo que deja de manifiesto es, según las fuentes consultadas por MONCLOA.com, que Aguado está fuera del partido por haber perdido la confianza de la directiva y que Garrido ha conseguido su objetivo de hacerse con el control de una formación naranja a la deriva.
Aguado ya debe estar en LinkedIn buscando empleo. Puede que sobreviva unos meses más, pero su candidatura para las próximas elecciones autonómicas de la autonomía de la capital está claro que no se mantendrá. Garrido, su consejero de Transportes, le ha comido la tostada al candidato naranja y se ha movilizado para acabar con el vicepresidente. Lo ha hecho de la mano de una Arrimadas que tampoco confiaba en absoluto en Ignacio Aguado y enmarcado en un plan que Ciudadanos había urdido junto al PSOE (en boca del ministro de Transportes y secretario de organización socialista, José Luis Ábalos). Aguado está fuera y no tiene apoyos en el partido, ni siquiera el de sus consejeros, a quienes ha pretendido apartar en alguna que otra ocasión.
Algunos hablan de que se abrirá un proceso interno para ver quién es el mejor candidato posible. Sin embargo, lo cierto es que no hay mucho donde elegir. Desde la formación naranja deslizan que el mayor problema es la visibilidad de sus candidatos. A la mayoría no les conocen prácticamente ni en su barrio. Pero los pocos que hay que sí son caras reconocibles tienen todas las papeletas para obtener un puesto en primera línea. El que tiene más probabilidades de hacerse con el control de la formación de la Comunidad de Madrid es quien lleva tiempo conjurando para derrocar a Aguado y convertirse en el candidato naranja.
Ángel Garrido lleva tiempo trabajando para eclipsar a Aguado, algo que no le ha costado mucho desde que fichó a un redactor jefe del diario El Mundo y regó las portadas de más de un periódico digital y de papel con la presencia de su candidato opinando por temas de Estado. Desde ese momento, Aguado inició un marcaje cercano que no tuvo mucho éxito. Y ahora, Aguado ya directamente está fuera de juego puesto que no tiene ningún apoyo ni las previsiones electorales le dan un espaldarazo decente.
El problema no es solo que Aguado haya perdido el liderazgo de su partido y haya intentado maniobrar para tumbar a muchos de los suyos solo por falta de lealtad, sino que las encuestas no respaldan bajo ningún concepto su trabajo como presidente. Cualquier sondeo augura un batacazo de Ciudadanos similar al que se ha pegado en Cataluña. El efecto naranja ha desaparecido y es ahora Vox quien capitaliza el desencanto con el PP. En ese contexto, lo que parece que pasará en las próximas elecciones es que Aguado perdería la mitad de los diputados si se presentara él a las elecciones. Algo que casi con toda seguridad no hará pase lo que pase o sean cuando sean.
Con Garrido al frente, habrá que ver qué decisión toma sobre las listas. No se espera que vaya a mantener al frente del partido a los actuales consejeros, sino que depurará el partido lo suficiente como para poner a gente de su estrecha confianza. Ponga a quien ponga, lo cierto es que Ciudadanos no aspirará ni a gobernar ni a cogobernar, tal y como se desprende de las encuestas electorales. La formación naranja aspira a ser llave de Gobierno y a condicionar al PP y a Vox en caso de que los números no les de para gobernar juntos.
ROBLES EN EL PSOE
Se queda sin su asiento en el Consejo de Ministros. La titular de Defensa, Margarita Robles, tendrá que conformarse con la candidatura a presidir la Comunidad de Madrid si todas las quinielas se cumplen. En el PSOE de Madrid todos dan por hecho que la ministra acabará por sustituir a Ángel Gabilondo al frente de la candidatura. Robles no contaba con dar el salto a la Comunidad de Madrid antes de 2023, pero parece que su paseo por las nubes en las Fuerzas Armadas se acaba y tendrá que darse un paseo por el sureste de la capital para sentarse en la Asamblea, aunque haya muchos dentro del PSOE que prefieran un perfil menos autoritario al frente de la formación.
La llegada de Robles se ha barruntado en el partido de Gabilondo desde hace meses. El problema es que la “jugada maestra” de Ayuso para abortar la moción de censura que pretendía presentar Ciudadanos ha dejado en bragas a todos los partidos que la apoyaban. Ahora habrá elecciones autonómicas, aunque aún quede alguna que otra batalla jurídica de por medio. Y el problema es que esto ha acelerado un proceso que se había puesto en marcha desde hace un tiempo: la salida de Ángel Gabilondo del PSOE de Madrid y la entrada de un nuevo candidato o candidata que cuente con el apoyo incondicional de Sánchez.
La idea es que esa candidata sea la ministra de Defensa, Margarita Robles. El problema a resolver es que entre los diputados socialistas no hay un especial entusiasmo y fervor por la llegada de una problemática y autoritaria Robles. Aunque cuando se pregunta a cualquier socialista, no hay quien niegue que al final “se hará lo que diga Sánchez”. Robles es un perfil que, como poco, puede evitar la movilización de la derecha precisamente porque los conservadores no la ven con malos ojos. Poner en su lugar a un sanchista más incendiario o próximo a las tesis de Unidas Podemos podría poner en riesgo el chiringuito motivando al votante de derechas a acudir a las urnas. Pero Robles no es una amenaza para los liberales. No del todo.