sábado, 23 noviembre 2024

El hartazgo en el PP se dispara y claman por apartar a Teodoro

Es un tema recurrente. No hay esquina dentro de Génova y en otras sedes autonómicas de la formación conservadora donde no se hable sobre la pobre reacción del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, tras la debacle de las elecciones en Cataluña. Los militantes del PP esperan cambios, pero algunos de ellos están convencidos de que no serán de calado y no tocarán lo que, a su juicio, es necesario cambiar con urgencia. Fuentes consultadas del partido apuntan a que cada vez son más los dirigentes populares que claman por la destitución del secretario general del PP, Teodoro García Egea, como primer paso para afrontar los próximos años, cruciales para la supervivencia política de Casado, y como gesto tras el desastroso resultado electoral de Cataluña. 

Puede parecer un gag periodístico, pero la «teocracia» es algo muy real que se vive en el PP desde que Casado decidió colocar a su hombre de confianza al frente de la secretaría general del partido. Teodoro, consciente del débil liderazgo de la cúpula popular, se ha dedicado, según fuentes del partido, a abrir una caza de brujas que ha apartado de cualquier puesto de relevancia a los políticos conservadores que pudieran amenazar el reinado de Casado. Esta política del terror de García Egea ha conseguido dejar a la formación sin fuerza y sin un discurso fuerte, o si no que se lo pregunten a la exportavox del PP Cayetana Álvarez de Toledo, una de las víctimas más visibles del rodillo de Teodoro.

El secretario general del partido se ha convertido en el objetivo número uno de los críticos con la directiva, más incluso que Casado, porque el único afán de García Egea ha sido, según relatan las fuentes, evitar posibles amenazas para el núcleo duro del presidente del PP, no crear una formación competitiva que pudiera arrebatar al presidente socialista, Pedro Sánchez, la estancia en el Palacio de la Moncloa. Y esta política, conocida a nivel interno como «teocracia», se ha convertido para muchos en un problema, dado que aparta a cualquiera que tenga un discurso propio o que gane suficiente peso político como para hacer sombra a Casado. Por eso los críticos apuntan a que si el presidente del partido quiere reforzar su liderazgo, la mejor decisión sería la de apartar a quien más problemas ha generado a nivel interno.

La obsesión de Teodoro es tal que incluso revisa que nadie en el partido lance un mensaje en las redes sociales con más fuerza que el del propio Casado. La estructura debe ser piramidal. Y si hay alguien que tiene que destacar en el PP, ese es el presidente, no segundas espadas o barones del partido. Tiene a dirigentes políticos de su propio bando pendientes de no soltar un tuit que tenga más éxito que los de Casado. Y esto hace que más de uno se haya hartado del rodillo Egea.

Luego está la segunda estrategia de Teodoro. Si no puede apartar a alguien por su relevancia o su peso político, García Egea opta por una segunda opción que no necesariamente es peor. Cuando algún popular se ha convertido en una estrella entre su electorado, como ha sido el caso del alcalde de Madrid, Teodoro se ha puesto manos a la obra para someterlo al criterio de su gabinete. El caso del regidor de la capital fue rápido. Tan pronto como recibía aplausos por las esquinas en Madrid, Casado le ofreció ser portavoz del partido. Vamos, que básicamente le obligaba a decir lo que la directiva (Teodoro y él) considerasen. O apartado o fagocitado, pero nadie se ha escapado al rodillo de García Egea.

Por todo esto, no son pocos los que culpabilizan a Teodoro del pésimo resultado del PP en Cataluña. Alejandro Fernández no es que sea considerado como un candidato fuerte y su pésimo resultado en Cataluña da fe de ello. Pero a quien culpan los críticos con Casado no es al candidato catalán, sino a García Egea y su forma de someter al partido a unos intereses personalistas que buscan la supervivencia en el cargo de él y de su presidente (pues de Casado emana su poder). 

Por eso, el mensaje que lanzan a nivel interno los críticos es claro: si Casado quiere reforzar su imagen y su liderazgo, la decisión más aplaudida es la de apartar a García Egea de la secretaría general del partido. Si no lo hace, la conjura contra el presidente del PP recobrará toda la fuerza que tuvo en el estallido de la pandemia, por no hablar de que el candidato llamado a sustituir a Casado ya se ve como presidente del PP de aquí a no mucho. 

UNA COMUNICACIÓN FALLIDA

Estas mismas fuentes no solo apuntan al fracaso de García Egea como secretario-rodillo en el PP, sino que también señalan a un segundo culpable: el equipo de comunicación del presidente de la formación conservadora. Poner a Casado a recoger nieve con mocasines y una pala para grabarlo y ponerlo en las redes oficiales del partido puede parecer un fallo puntual que buscaba imitar al alcalde de la capital, pero los errores en materia de comunicación se han repartido a lo largo de los años con más frecuencia de la que gustaría.

Las fuentes internas del partido apuntan a que la preparación de las entrevistas, la agenda establecida para el candidato popular u otras decisiones como la de travestir a Casado cada vez que visita una granja no son precisamente acertadas. En este sentido, lo que las fuentes apuntan es a que es necesario un giro de 180 grados en el equipo del presidente popular dado que ya han tenido tiempo y elecciones suficientes como para saber que «esto no funciona».