No hay orden ni concierto en su seno interno, no hay un líder que tome decisiones. Tan sólo cabezas visibles, portavoces, pero con opiniones que pueden llegar a chocar con algunas de las partes que forman este conglomerado asambleario que es la CUP.
La formación antisistema está formada por asociaciones y partidos, con Endevant y Poble Lliure como principales puntas de lanza, pero también hay independientes, con voz propia que arrastran a una parte importante de sus asamblearios.
Tras las elecciones del pasado 14 de febrero, la CUP volverá a ser decisiva y no adoptará postura alguna hasta el próximo 27 de febrero.
LOS ESCENARIOS QUE VOTARÁ LA CUP
Las opciones pasan por entrar en un Govern con ERC y Junts; tener la Generalitat en minoría con ERC y En Comú Podem, sin el PSC; o bien por una abstención táctica a un Govern liderado por ERC y Junts, pero sin entrar en el reparto de las Consejerías.
Pero para conocer una conclusión definitiva, tras el Consejo Político de la CUP de dentro de nueve días, se debatirán las opciones en las asambleas locales. De tal forma, que serán las bases quienes decidan el nuevo Govern, siempre y cuando ERC alcance un acuerdo con Junts.
Si los republicanos de Oriol Junqueras y Pere Aragonès decidieran «ampliar la base» con En Comú Podem el escenario cambiaría radicalmente ya que los ‘morados’ rechazan cualquier pacto con Junts.
Antes de conocerse los resultados y el importante ascenso de los ‘cupaires’ en las pasadas elecciones en Cataluña, Dolors Sabater aseguraba que el papel de la CUP será consensuado, «asumiendo todas las responsabilidades que le otorgue la fuerza de la gente». «Lo que seguro que no hará es entrar en un Govern como el actual», advertía en una entrevista en Público. Según dice la coalición entre ERC y Junts «no es rupturista, que está en un marco autonomista y está haciendo políticas de privatización de los servicios o poniendo la estructura de la Generalitat al servicio de la represión».
Así, apuntaba a un «Govern que desborde el régimen del 78″, que tenga como ejes salir del callejón sin salida actual y avanzar nacional, social y económicamente a favor de la mayoría de la gente».
LA PRESIÓN ‘CUPAIRE’ DESDE 2015
En los últimos años, las decisiones en el seno interno de la CUP han sido trascendentales para el futuro de los sucesivos gobiernos independentistas desde 2015.
Una de las fechas más recordadas es la del 27 de diciembre de 2015. La polémica votación de aquella tarde terminó en un sorpresivo empate a 1.515 votos. Se decidía si Artur Mas debía presentarse a la investidura o bien era Carles Puigdemont quien fuera el candidato de JxSí en los comicios de 2016. Aquella votación fue el ejemplo del caos interno en este partido de la extrema izquierda independentista.
La presión sobre la coalición de Mas y ERC fue muy elevada aquellos días ya que apenas restaban dos semanas para agotar el plazo para presentarse a la investidura. Más de un 48% de los asamblearios mostraron su «no» al entonces presidente de la Generalitat desde 2010.
Una de las consecuencias de esta negativa afectó también al entonces portavoz de la CUP, Antonio Baños, quien dejó el cargo y su acta de diputado tras forzar la salida del histórico líder de CiU. «No tenemos miedo de que haya mil, dos mil o tres mil personas que tomen las decisiones, porque demasiadas veces las ha tomado una sola persona y colgada de un teléfono», dijo Baños antes de conocerse el polémico resultado.
Pocos meses antes, CiU se partió en dos. Unió abandonaba la ruta independentista y se disolvía poco después. Algunos de sus diputados refundaron la formación para convertirse en el PDeCat, otros como Ramón Espadaler prefieron las filas del PSC.
A partir de entonces y con Puigdemont al frente, la CUP se ha comportado como socio externo de los distintos gobiernos catalanes, tanto con el residente en Waterloo como con Quim Torra.
LA CUP Y LA INVENCIÓN DE TÉRMINOS POLÍTICOS
En 2016, la CUP acuñó un nuevo término en la política catalana. El «sí crítico», un voto afirmativo para permitir la investidura de Carles Puigdemont, tras haber sacado a Mas de la primera línea.
En 2020, en el Congreso de los Diputados se posicionó sobre la revalorización de las pensiones, el incremento del salario de los funcionarios y los cambios del catastro y tributos con una «abstención atenta«, aunque criticaron las medidas por ser insuficientes y afectar positivamente a los funcionarios con mayores rentas.
EL PSOE BUSCA LA DEBILIDAD DE LA COALICIÓN ENTRE ERC Y JUNTS
El PSC mantienen a Salvador Illa como candidato a la investidura de la Generalitat, a pesar de la falta de apoyos. Los socialistas trasladan esta frustración con una mayor presión a ERC, en busca de un Gobierno débil entre republicanos y Puigdemont.
Ejemplo de esta tensión son las palabras de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, que ha metido a Vox y a Junts en el mismo saco. Afirmación que ha sido duramente respondida por todo el arco independentista, comenzando por los afectados y terminando por ERC.
«Comparar JxCat con VOX es una infamia, una falta de ética. Da vergüenza y asco. El independentismo es la punta de lanza contra el fascismo», ha escrito el expresidente de la Generalitat, Quim Torra.
Los republicanos han mostrado su «perplejidad y preocupación» por esta declaración de Sánchez. Para Marta Vilalta, portavoz de ERC, Sánchez ha comparado «un partido de extrema derecha como Vox con un partido democrático y comprometido con los derechos y las libertades como es Junts per Catalunya».
Además, ERC ha pedido una «rectificación» a Sánchez y «un rechazo explícito a las formaciones de ultraderecha». En la Europa democrática, las formaciones políticas demócratas no banalizan la ultraderecha ni tienen tratos con ella», ha destacado la formación republicana, que ha recordado: «Hace apenas unos días, el propio presidente del Gobierno alababa el sentido de estado del mismo partido de ultraderecha.