domingo, 24 noviembre 2024

Los desencantados del PP culpan a la «teocracia» de la debacle en Cataluña

Los desencantados con el equipo de Pablo Casado ya tienen un culpable por la debacle del Partido Popular en Cataluña. El tortazo ha sido mayúsculo no solo porque hayan perdido votos en la comunidad autónoma, sino porque su principal competidor a nivel electoral, Vox, les ha dado un repaso histórico con un sorpasso que ha dado alas a Santiago Abascal. Y pese a que el PP ha hecho del silencio su discurso, en Génova ya hay voces que culpan a la «teocracia» de la debacle. Concretamente, consideran que la política interna impuesta por el secretario general del partido, Teodoro García Egea, ha convertido al PP en un equipo sin agarre con candidatos con poca fuerza que dejarán a la formación conservadora con representación residual en comunidades autónomas y municipios. Las críticas se oyen por todas las esquinas.

El resultado en Cataluña es más propio de un partido de provincias. Y el problema no es que en la comunidad autónoma donde el independentismo ha obtenido mayoría absoluta no haya un electorado constitucionalista conservador importante, sino que ha sido la opción de extrema derecha la que ha convencido a estos votantes y no el PP. La reflexión interna la protagonizan solo quienes llevaban tiempo advirtiendo que el Partido Popular no es lo que era. Y su juicio es claro: el secretario general del partido ha esquilmado de la formación a todo aquel que amenazara con despuntar más de la cuenta. Y el resultado se palpa en las elecciones catalanas. Si no, que se lo pregunten al «flojo» candidato popular apoyado por el presidente del partido para los comicios Alejandro Fernández.

Esta «teocracia» se dejó ver en público con la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del partido después de que la diputada lanzara en una entrevista un discurso propio y crítico con la dirección de la formación. Este caso se dejó ver en público y llevó incluso a Casado a romper las negociaciones con el PSOE para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pero como este hay «mil» casos internos en los que Teodoro ha apartado a importantes personalidades del partido solo porque consideraba que no se plegaban a su voluntad o porque el secretario general del PP les veía directamente como una amenaza. 

Las consecuencias de esto son simples. En el PP solo se ven las caras (y sus respectivos discursos) de Teodoro y de Pablo Casado. A veces despunta un poco José Luis Martínez Almeida, actual portavoz del PP y alcalde de la capital, pero esto ocurre rara vez y siempre con la estricta supervisión de Génova. Por norma general, el PP son Casado y Teodoro. Y las personalidades con más fuerza, liderazgo y garra que podrían ayudar a atraer votos, se han quedado relegadas a un tercer plano. 

Desde Génova, los más descontentos con el camino que lleva el partido llevan tiempo quejándose de la «teocracia». Lo que se vive a nivel interno en el partido es el intento de la imposición de una estructura jerárquica que no solo exige sumisión por parte de los miembros del PP (tanto concejales como barones), sino que también se busca anular a todo aquel que amenace con despuntar más de la cuenta. Los que importan son Casado y Teodoro. Nadie más. 

Esta estrategia de la «teocracia» irrita a más de uno en Génova porque a su juicio, no hace más que debilitar al partido. Solo dan gracias a que los tentáculos de la política de García Egea no hayan salpicado más de la cuenta a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, al presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, o al alcalde de la capital; aunque con este último ya intentaron someterlo al criterio de Teodoro al nombrarle portavoz en un momento en el que el alcalde apuntaba alto.

Por el momento, el PP no ha hecho una autocrítica a nivel oficial tras los resultados obtenidos en los comicios de las elecciones catalanas. Sí que reconocen que el resultado es mal, pero también se justifican diciendo que ha habido «juego sucio» durante la campaña electoral y le quitan hierro al hecho de que el PP haya obtenido uno de los resultados más lamentables de toda su historia política. 

FEIJOO AFILA LOS CUCHILLOS

El Partido Popular sabe que tarde o temprano tendrá que afrontar una guerra interna que buscará apartar Pablo Casado de la presidencia. Desde Génova aseguran que son perfectamente conscientes de la intención del presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, es ser el candidato del PP a las elecciones generales. El problema es que el débil liderazgo de Casado ha acelerado los planes del presidente autonómico hasta el punto de que el único problema que le queda al gallego por solucionar es quién le sucederá al frente de la Xunta. Por lo demás, las intenciones están claras: Feijoo intentará arrebatar el liderazgo del PP a Casado tarde o temprano.

Es raro encontrarse a alguien del PP que no haya asumido ya que Feijoo tiene toda la intención de desembarcar en Madrid. De hecho, el mayor de los problemas está en Galicia, no en Madrid, algo que no habla precisamente bien de Casado. Para Feijoo es importante dejar las cosas bien atadas en su tierra y aún no hay un candidato firme que tenga el visto bueno de la formación para suceder al presidente gallego al frente de la Xunta. Hay muchos populares con ambición, pero pocos que tengan la entereza y la capacidad de unir al Partido Popular de Galicia sin generar una guerra interna que saque a relucir las vergüenzas de la formación.

Aún así, ante la pregunta de si creen que Feijoo tiene intención de irrumpir en Génova, la respuesta siempre es sí. Dentro del PP son perfectamente conscientes de que Casado está entre la espada y la pared, la primera la portan los políticos populares que tienen intención de arrebatarle la presidencia del partido; y la segunda son las encuestas y sondeos que auguran que el líder del Partido Popular no tiene opciones de gobernar. Y de tenerlas, es con una fuerte dependencia de Vox, una escisión que surgió del propio PP y que ahora obligaría al partido a escorarse aún más a la derecha hasta convertirse en una formación que coquetearía con el trumpismo.