«Sería un desastre». Esta es la afirmación que más se escucha en Génova sobre las consecuencias que tendría que Vox obtuviera más representación en las elecciones de Cataluña del próximo 14 de febrero. El PP teme que el proyecto de Pablo Casado, encabezado por Alejandro Fernández en la comunidad autónoma, no convenza nada a los catalanes y que sea Ignacio Garriga quien se lleve los votos de una derecha constitucionalista harta del independentismo. Es por eso que los populares han dado la orden interna de endurecer el discurso contra Vox, por eso no es raro ver desde al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, o a cualquier otro dirigente popular resaltando las miserias de Vox. Y la extrema derecha, cómo no puede ser de otra manera, ha respondido con un tono aún más elevado.
La orden de Casado es clara: ha empezado la campaña y hay que pasar a la ofensiva para evitar que Vox les adelante en Cataluña por la derecha. El pistoletazo de salida lo dio el alcalde madrileño con una crítica a Vox, pero el trasfondo de estas hostilidades que se han recrudecido entre los partidos conservadores es el miedo al sorpasso que tiene Casado ya que sabe que los suyos lo verían como una derrota más del proyecto que han emprendido el propio presidente del PP y su equipo.
Hasta la diputada de Vox Mireia Borrás se ha puesto sus mejores galas para atacar al Partido Popular. El PP apoya: ideología género, memoria histórica, al Gobierno en moción de censura, 6 meses estado de alarma y demora fondos UE. Pero quien “divide la derecha” es Vox por conseguir que millones de trabajadores españoles reciban sin demora los fondos europeos que necesitan», ha asegurado Borrás. Este comentario viene a raíz de algo que, en el fondo, avergüenza a los más radicales del partido ultra: el hecho de que Vox haya apoyado con una abstención el plan del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para inyectar los fondos europeos para paliar las consecuencias de la crisis económica y sanitaria de la pandemia en las principales empresas del IBEX.
«¿Qué hubieran dicho si en ese titular estuviera el Partido Popular, y no Vox? ¿Acaso algo tipo la derechita cómplice, o cobarde, o acomplejada?», se preguntaba el alcalde de Madrid. El titular rezaba que «Vox y Bildu salvan ‘in extremis’ al Gobierno en la votación del decreto de los fondos europeos». Pero el trasfondo de todo esto no es que Vox haya o no apoyado esta medida socialista, sino que el PP quiere diferenciarse aún más de Vox de cara a las elecciones autonómicas en las que podría perder el liderazgo de la derecha catalana.
El miedo al sorpasso es algo que lleva meses en Génova. Es evidente que, pase lo que pase, la derecha constitucionalista catalana no tendrá una representación lo suficientemente potente como para condicionar el próximo gobierno autonómico. Pero lo cierto es que lo que se juega aquí es otro partido al margen de los comicios: cuál es el partido alpha que domina en la derecha, porque si Vox adelanta al PP en Cataluña, el mensaje que se lanza al electorado nacional es que quien de verdad representa los valores de la España constitucionalista en Cataluña es Abascal y no Casado. Sería otra derrota insalvable para el candidato popular a la presidencia.
Que de cara a una campaña electoral PP y Vox (así como PSOE y Unidas Podemos) se tiren los trastos a la cabeza es normal, dado que son formaciones que compiten por seducir a un mismo electorado. Sin embargo, la lectura que hace el núcleo duro del Partido Popular en estos momentos es bien distinta. Casado ha estado cuestionado desde el minuto uno. A lo largo de su proyecto al frente del PP, el presidente popular no ha sido capaz de convencer y aunar a los suyos bajo su liderazgo. Y sus nombramientos, como el de Teodoro García Egea como secretario general del partido, no han hecho más que aumentar esa zanja que separa a Casado de los suyos.
LOS SONDEOS DEL MIEDO
Según las últimas encuestas, el PP puede tener opciones de sobrevivir al examen catalán, pero hay algunos sondeos que han inyectado el miedo en Génova. Los que sí es evidente es que el porcentaje de votos hacia el PP y hacia Vox es muy similar y cabe la posibilidad que el proyecto de Garriga dé la sorpresa. Según una última encuesta de NC Report para La Razón, Vox obtendría el 6% de los votos (con siete diputados) y el PP obtendría un 6,7% (con ocho escaños), un resultado excesivamente apretado.
Otra encuesta de Sociométrica para El Español mete aún más miedo en las expectativas de Casado. Según estos datos, tanto el Partido Popular como Vox obtendrían los dos un 5,8% de los votos de la derecha constitucionalista catalana, es decir, que ambos se quedarían con los mismos diputados, pero es evidente que muchas casualidades tendrían que darse para que las dos formaciones obtuvieran el mismo número de votos, por lo que habría sí o sí un ganador.
Podríamos hacer un repaso sobre todas las encuestas, pero todas apuntan a lo mismo. O el PP obtendrá una ligera ventaja o no se puede aclarar qué pasará por lo apretado que está el resultado. Génova los sigue de forma obsesiva, pero lo cierto es que en cuestión de un par de semanas se sabrá si el proyecto de un desaparecido Casado sirve de algo o no. Si no es así, hay muchos candidatos del PP que están más que dispuestos a ofrecer una alternativa conservadora a Casado, incluso antes de que se celebren las elecciones generales de 2023.