La ministra de Defensa, Margarita Robles, una vez más, ha asumido las competencias de uno de sus compañeros en el Gobierno. El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, ha estado completamente desaparecido durante el temporal. Han sido las Fuerzas Armadas (en especial la UME) las que han destacado durante la nevada. La eficacia de Robles al frente de Defensa ha dejado en ridículo a un Marlaska que parecía estar remolcado por las circunstancias. La Guardia Civil y la Policía Nacional han respondido lo mejor que ha podido, pero la falta de previsión en la organización para afrontar el temporal Filomena, competencia de Marlaska, se ha dejado notar más de la cuenta, pues se han visto en la calle más Uro Vamtak que coches patrulla.
Desde el Ministerio del Interior el relato es otro. Marlaska está profundamente irritado con la ministra de Defensa por haber desplegado la UME para responder a las emergencias que habían nacido tras la llegada de Filomena al centro de la península. Lo está porque entiende que con este gesto buscaba ningunear, eclipsar y ridiculizar su gestión. Que entre Robles y Marlaska no hay una buena relación es sabido por todos dentro del Gobierno. Y más desde la sustitución del coronel Diego Pérez de los Cobos y esa purga que inició el ministro en la cúpula de Interior para colocar en puestos clave a personas afines. Pero ahora, con el temporal, la relación entre ambos se ha erosionado más, si cabe.
Aún así, y visto que varios días después de la nevada gran parte de la capital sigue completamente inaccesible (por no hablar de los municipios de la Comunidad de Madrid) lo cierto es que la presencia de la UME era más que necesaria.
Marlaska entendió que su planificación para afrontar el temporal fue más que suficiente. Pero nada más lejos de la realidad, cuando el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, solicitó a Defensa la intervención de la UME en la capital tras empezar a verse los estragos de Filomena, Robles respondió saltándose directamente a Marlaska y envió tropas sin consultarlo con el titular de Interior. Sobre si había que hacerlo o no, no hay una respuesta clara. Sí que la hay en cuanto a la coordinación y el respeto entre competencias. Y Robles decidió actuar en solitario por la urgencia.
En cualquier caso, la coordinación de Interior ha sido muy insuficiente e ineficiente. Si incluso con la intervención de Robles, que careció de trámites burocráticos dada la emergencia de la situación, la capital lleva días colapsada, no hay que irse muy lejos para imaginarse qué hubiera pasado si la ministra de Defensa no hubiera actuado de forma tan rápida.
Guerra de celos, lo llaman algunos. Pero lo cierto es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, también ha decidido mostrar su apoyo a su ministro favorito. Pasado el temporal, el líder socialista se ha aproximado a visitar el cuartel general de la UME y mostrarle su total apoyo a esta unidad que tanto ha ayudado al país desde que el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero la creara. Ya parece que Sánchez se había olvidado de esas palabras en las que decía que le «sobraba» Defensa y sabía a quién tenía que elogiar con su mera presencia para agradecerle su respuesta ante el temporal de nieve. Y no ha sido a Marlaska.
La otra cara de la moneda es el malestar que se palpa en la Guardia Civil y en la Policía Nacional. Ellos han dado lo mejor de sí, pero lo cierto es que la falta de coordinación del Ministerio del Interior ha manchado la imagen de estos agentes que también se han fajado con el temporal día y noche. La respuesta que deslizan desde este ministerio de Estado es que la nieve sobrepasó las previsiones considerablemente y que nadie se esperaba una situación como la que se ha producido.
El papel de Marlaska se ha limitado a decir a la población que no salgan de casa. También hizo acto de presencia junto al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, en una comparecencia carente de cualquier tipo de autocrítica por la nefasta gestión del temporal para asegurar que los suministros estaban garantizados. Ahora, días después y con tiempo más o menos estable, parece que los trabajos de los militares y las quitanieves empiezan a despejar algunas vías importantes de las grandes ciudades. Pero los elogios se los ha llevado Robles, no Marlaska.
Robles, aún así, también ha patinado en alguna que otra afirmación, como en la que dijo que fue el Ejército del Aire el que tuvo que sustituir a los controladores aéreos de Barajas porque abandonaron sus puestos de trabajo en pleno temporal. Este colectivo puso el grito en el cielo ante tal afirmación ya que, aseguran, estuvieron al pie del cañón todo el rato e incluso algunos durmieron en sus puestos de trabajo para garantizar que su servicio se cumplía. Al margen de esto, los elogios son para Robles mientras Marlaska ve como la ministra de Defensa le adelanta por la derecha una vez más.
LA COMPARECENCIA «ESTÉRIL»
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha asegurado este lunes que no iba a “entrar en polémicas estériles” con el Ayuntamiento de Madrid sobre si la ciudad debe ser considerada como zona catastrófica y ha indicado que “no se pueden evaluar los daños” hasta que “no se retire la nieve” que se ha acumulado durante el temporal.
Marlaska ha señalado que fue “una mala interpretación” su primera valoración sobre la decisión del Consistorio de estudiar que se declare a la capital como zona catastrófica. A su juicio, ahora es el momento de “la recuperación” y dar “respuesta” a los ciudadanos ante una situación que continúa siendo de “alerta”.
En una entrevista en el programa ‘La noche en 24 horas’ de TVE, Marlaska ha reconocido los “daños significativos” en la capital y las “alteraciones a la vida diaria común” que ha provocado el temporal ‘Filomena’, “con muchos negocios que se han paralizado”.