La agresión grupal a un menor de 16 años en el barrio de Sants de Barcelona, grabado y difundido en redes sociales por el propio grupo agresor ha levantado una oleada de condenas y mensajes de apoyo a la víctima. Desde grupos sociales a políticos, incluido el propio Presidente del Gobierno -que no ha pasado la ocasión de estar presente en las redes de difusión en un tema trending topic-, la red se ha llenado de publicaciones que condenan la humillación de la agresión y expresan su repulsa. Uno de los que más polémica han generado ha sido Iker Jiménez. En su tono habitual en @navedelmisterio, su cuenta de Twitter, no ha dudado en sacar su lado más barriobajero, afirmando que a los responsables de la agresión en Barcelona, sólo una paliza igual les enseñaría. Y por supuesto, se ha liado.
«Si la chusma que ha robado y dado una paliza a un chico autista lo hubiera hecho en mi barrio en 1983; el barrio se aseguraría de que fuera devuelto lo robado. Y la chusma, con algún hueso roto y dientes de menos, habría aprendido la lección. No volverían a hacerlo. Jamás.», publicaba el periodista. A lo que añadía: «En 2021 a lo mejor algún iluminado nos dice que a los pobres chicos no les dejamos otra opción, que los oprimimos. Que hay que ser tolerantes. Sobre todo con los que agreden en grupo. Que los culpables solos nosotros, vaya. Algo habremos hecho mal como sociedad y bla bla bla…». La publicación de Iker Jiménez cuenta ya con miles de interacciones.
GIRAUTA AÑADE MUNICIÓN A IKER JIMÉNEZ Y SE MULTIPLICAN LAS CRÍTICAS
Como viene siendo habitual para el presentador de Cuarto Milenio y Horizonte, a pesar de los múltiples comentarios de todo tipo que le ha granjeado su publicación, Iker Jiménez ha seguido el razonamiento con algunos usuarios. El tema se ha caldeado aún más cuando ha aparecido en escena la concentración que han convocado para mañana el colectivo Insania de Barcelona, que se declara como organización en defensa de las patologías psiquiátricas. ¿Cómo ha podido degenerar una agresión brutal como la de Barcelona en una campaña contra el racismo? La respuesta en este vídeo -avisamos, está en catalán, y sin subtítulos-.
La organización justificaba así la doble intencionalidad de la concentración: no solo para condenar la agresión de Barcelona, sino contra el discurso del odio que se ha generado que sean, aparentemente, jóvenes de origen migrante, lo que ha ocasionado una oleada de discursos sobre el odio. Discursos y dardos de los que ni siquiera Iker Jiménez se ha librado después de que Juan Carlos Girauta, ex diputado por Ciudadanos, le mostrara el cartel de la manifestación ante la incredulidad de su compañero de profesión.
LA FINÍSIMA VARA DE MEDIR DE UNA SOCIEDAD ‘BLANDA’
Lo que muchos han criticado a Iker Jiménez, y a quienes con él concuerdan, es el uso de la política del ojo por ojo, diente por diente. A lo largo de la tarde, el periodista ha justificado cada una de sus afirmaciones para expresar su sorpresa por que se le identifique con un discurso de odio hacia los agresores por ser -supuestamente- MENAS.
Lo que trata de expresar Iker Jiménez es la ausencia de valores o el doble filo que se utiliza por parte de algunos radicalismos, independientemente del color político, que demuestran este tipo de actos. No es la primera vez que se acusa a alguien de ser racista por increpar comportamientos incívicos de ciudadanos de origen no español. Al principio de la pandemia también se hizo viral un vídeo del Metro de Madrid en el que una persona mayor increpaba a una joven por su mal uso de la mascarilla.
El remate de la discusión –sin respeto por ninguna de las dos partes– fue ella diciéndole que su interlocutor la tomaba con ella por ser migrante. Como si fuera un comodín, como apunta Iker Jiménez. Del mismo modo que se utiliza con los jóvenes con acciones punibles como ‘intocables’, como vimos con la monumental bronca reciente en Benidorm, en la que la mujer grita a máximo volumen que se trata de un menor, sin tomar en consideración la actitud de su hijo hacia la autoridad. O en el mismo suceso, con el cuidado que hay que tener ahora al tocar a una mujer para detenerla para evitar una acusación de abuso.