El director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, Hans Henri P. Kluge, ha aconsejado a la población quedarse en casa durante las fiestas navideñas e, incluso, evitar acudir a las reuniones familiares con el objetivo de frenar la transmisión del coronavirus.
Y es que, tal y como ha avisado, los contagios en gran parte de Europa siguen siendo «intensos y generalizados» y, además, la cantidad diaria de muertes por Covid-19 continúa en las tasas «más altas» observadas desde principios de año.
«La devastación de la pandemia ha tenido un implacable y gran, con pérdidas de vidas humanas y medios de subsistencia. El Covid-19 ha separado a familias y comunidades, ha arruinado negocios y ha privado a la gente de oportunidades que hace un año se daban por sentadas», ha lamentado Kluge.
Por ello, el dirigente europeo de la OMS ha destacado la importancia de quedarse en casa en Navidad, y ha reconocido que tanto él como su familia han tomado la «difícil decisión» de pasar las vacaciones separados con el fin de que el año que viene las puedan pasar «juntos».
En este sentido, Kluge ha avisado de que aunque lleguen las primeras dosis de vacunas, todavía hay que esperar «mucho» para volver a la normalidad. «Tenemos algunos meses más de sacrificio por delante y podemos comportarnos ahora de una manera de la que estemos orgullosos colectivamente. Cuando miramos hacia atrás en estos tiempos sin precedentes, espero que todos sintamos que actuamos con un espíritu de humanidad compartida para proteger a los necesitados», ha apostillado.
Asimismo, el experto ha advertido también de que los efectos psicológicos que está provocando la pandemia durarán a largo plazo y tendrán un «gran alcance«. Las encuestas nacionales realizadas durante las etapas iniciales de la pandemia revelaron que un tercio o más de la población adulta estaba angustiada y, además, una encuesta de la Organización Internacional del Trabajo sobre el COVID-19 y los jóvenes encontró que debido a la pandemia, 1 de cada 2 jóvenes de 18 a 29 años padece depresión y ansiedad.
También se ha evidenciado que hasta el 20 por ciento de los trabajadores de la salud sufren ansiedad y depresión. «Está claro que aunque el impacto ha variado, ningún grupo demográfico o de edad se ha salvado. El coste de salud mental del COVID-19 se verá agravado por las ansiedades que a menudo se presentan durante el invierno y la temporada de vacaciones. No podemos subestimar el impacto que esto puede tener en nuestros amigos, nuestras familias y nuestra propia salud mental», ha señalado Kluge.
Por ello, ha subrayado la necesidad de que contar con herramientas para mitigar la ansiedad o depresión, recomendando así dar un paseo por la naturaleza, planificar los días o hacer las cosas de manera diferente cada día. «Los problemas de salud mental siguen estando profundamente estigmatizados en muchas comunidades. La sensibilización de la comunidad al espectro de desafíos de salud mental será importante a medida que se aclare la verdadera escala de la crisis. Los servicios de atención y apoyo especializados deben mantenerse para quienes se enfrentan a problemas de salud mental más graves», ha detallado.
Finalmente, Kluge ha instado a los países a fortalecer en 2021 sus servicios de salud mental y priorizar las necesidades de apoyo psicosocial que puedan tener los profesionales sanitarios, valorando a largo plazo su «valentía y contribución» en la lucha contra el coronavirus.