La ministra de Defensa, Margarita Robles, se ve con el pie más fuera que dentro del Gobierno. Quizás por eso ha decidido utilizar el polémico caso de un chat de militares ultraderechistas retirados para hacer política. Fuentes de este ministerio de Estado aseguran que no han sido las formas más adecuadas. Pero Robles ha optado por denunciar lo ocurrido antes que evitar un enfrentamiento con los suyos, algo que denota que la ministra ya tiene la vista puesta en su futuro en el partido y no tanto en su calidad de ministra de Defensa.
Los exmilitares no se han quedado cortos. Querían “fusilar a 26 millones de hijos de puta” en España, se sobreentiende que progresistas. Y Robles, ante tales hechos ha decidido apuntarse el tanto y sumarse a las miles de críticas que dicen que el franquismo nunca se ha ido de algunas instituciones y que es preocupante que altos mandos del Ejército opinen este tipo de comentarios. Aún así, para evitar males mayores, Robles ha sido taimada y ha asegurado que la única razón por la que abrirá una investigación sobre lo ocurrido es por si «pudieran ser constitutivos de delitos» estos comentarios que hablan de meter un tiro a la mitad de los españoles.
Robles tenía un duro trabajo. Tenía que demostrar a su electorado progresista que está 100% con ellos y con su «asco» a estos comentarios tan agresivos. Pero ha intentado que salpique lo menos posible a los militares destacando la “conducta ejemplar” de los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y asegurando que su forma de desempeñar sus funciones “nada tiene que ver con manifestaciones que repugnan al respeto debido en una sociedad democrática, pluralista y basada en la libertad política e ideológica”.
Respecto a los militares, poco más que añadir a ese deseo de “fusilar a 26 millones de personas”. Apostaban por «pronunciamientos» militares y por matar a algún que otro miembro del Ejecutivo. Todo lo que podría englobar un pensamiento neofascista nostálgico de un franquismo radical. Sin embargo, ha llamado la atención de la apresurada postura de Robles, cuando el papel de los ministros de Defensa suele ser más comedido en estos asuntos para evitar abrir en canal las vergüenzas de las Fuerzas Armadas.
No se trata de no investigar a los militares retirados que expusieron estos comentarios. Lo que aseguran las fuentes es que al Ejército le gusta llevar con discreción estos asuntos para evitar una sobreexposición en los medios. Con esta decisión, Robles se ha apuntado otro tanto político en su condición de ministra mejor valorada, pero ha conseguido dar dimensión de Estado a unos comentarios de militares retirados que debería haberse quedado en menos.
Con esto, Robles ha posicionado ideológicamente a su ministerio, por muy comedida que haya intentado mostrarse, y ha conseguido sobreexponer mediáticamente las pocas vergüenzas de los rincones del Ejército llegando incluso a deslizar la sensación de que esto ocurre muy a menudo. Recuerda poderosamente a cuando se filtró un chat polémico de algunos policías municipales que hacían referencia a la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena.
Ahora, Robles tiene la vista puesta en su futuro, que puede pasar por ser candidata del PSOE a las elecciones municipales de Madrid, a la Comunidad de la capital o incluso a ser presidenta del Tribunal Constitucional. Pero su paso por Defensa no será eterno y sabe que dentro de tres años como mucho estará fuera, pues Sánchez no quiere en su equipo a alguien que le pueda hacer sombra. Y ella lo intenta.